Columna de Izaskun Álvarez-Aguado y Vanessa Vega: Mujeres con discapacidad intelectual: libertades en disputa

Columna de Izaskun Álvarez-Aguado y Vanessa Vega: Mujeres con discapacidad intelectual: libertades en disputa


Por Izaskun Álvarez-Aguado, Instituto Milenio MICARE y Universidad de las Américas y Vanessa Vega Córdova, Instituto Milenio MICARE y Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.

Las mujeres con discapacidad intelectual enfrentan barreras físicas y sociales, y su derecho a vivir libremente es amenazado por prejuicios arraigados, estructuras opresivas y un sistema legal que, en ocasiones, les quita autonomía. La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, ratificada por Chile en 2008, garantiza igualdad ante la ley y el ejercicio pleno de la capacidad legal; sin embargo, en la práctica son invisibilizadas y sufren violencia en formas como infantilización, sobreprotección y abuso físico, psicológico y sexual.

Las cifras son alarmantes: el riesgo de sufrir violencia de género es 3-4 veces mayor para ellas que para el resto de la población. Además, se les niega sistemáticamente el derecho a decidir sobre su cuerpo, sus relaciones y su futuro. Muchas viven bajo regímenes de tutela que las relegan a ser espectadoras de su propia vida, sin voz en decisiones fundamentales como la maternidad, el acceso a anticonceptivos o la denuncia de abusos.

En Chile, la Ley Nº 20.422, que establece normas sobre igualdad de oportunidades e inclusión social, marcó un punto de inflexión. No obstante, su impacto se ve limitado por una débil implementación que la convierte, en la práctica, en letra muerta. Es urgente promover reformas que eliminen la tutela, instauren mecanismos de apoyo para fortalecer la autonomía, aseguren una educación inclusiva con enfoque en derechos sexuales y reproductivos y desarrollen estrategias efectivas contra la violencia de género adaptadas a sus realidades.

Este tema es de justicia y dignidad. No se trata solo de otorgar derechos, sino de reconocerlos y garantizar su ejercicio. Las mujeres con discapacidad intelectual tienen mucho que decir, decidir y aportar. El desafío es grande, pero alcanzable: como sociedad debemos pasar del discurso a la acción y convertirnos en un referente real de inclusión y respeto.

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