Por Jaime Santander, Director Médico UC CHRISTUS Vice Decano de Asuntos Clínicos Facultad de Medicina UC.
Chile necesita una reforma de salud. Las largas listas de espera y las desigualdades en el acceso y los resultados sanitarios son pruebas claras de esta urgencia. Sin embargo, hasta ahora el debate se ha centrado en el financiamiento, con un enfoque limitado a las Isapres y Fonasa mediante la “ley corta”. Pero hay áreas críticas, como el uso eficiente de los recursos, humanos y de infraestructura, las licencias médicas y el financiamiento basado en riesgo compartido, a través de mecanismos como los Grupos Relacionados por Diagnóstico (GRD), que aún no se han abordado en profundidad.
El uso eficiente de los recursos, tanto del sistema público como del privado, debe ser un imperativo ético en la reforma. La complementariedad entre ambos permitiría atender a más pacientes y evitar duplicaciones innecesarias de infraestructura, reduciendo costos e ineficiencias. Esto ayudaría a gestionar mejor las listas de espera y a descomprimir el sistema.
En esta misma línea, fortalecer la atención primaria es clave para resolver oportunamente los problemas de salud de la mayoría de los chilenos. Este enfoque no solo disminuye la derivación innecesaria a especialistas, sino que también optimiza el uso de los fondos disponibles. Para esto será necesario entonces poner el acento en formar profesionales adecuados, como Médicos Familiares, Enfermeras de Práctica Avanzada, entre otros, que puedan contribuir a mejorar el acceso y la calidad de la atención.
La última encuesta CEP de julio reveló que la salud sigue siendo una de las principales preocupaciones, con más del 80% de la población temiendo no poder costear una enfermedad grave.
En UC CHRISTUS creemos que la reforma debe ir más allá del financiamiento o terminar con las preexistencias, medidas del todo necesarias. Se debe asegurar la libertad de elección del prestador y fortalecer la atención primaria, como lo hemos hecho en nuestros centros Ancora, mejorando la eficiencia y reduciendo costos. La colaboración entre el sector público y privado, junto con las universidades, es clave para formar los profesionales que el país necesita y responder a las demandas de salud de la sociedad.