Por Jaime Sapag, académico Departamento de Salud Pública y Medicina Familiar UC. Director del Magíster en Salud Pública UC
La adecuada comunicación en tiempos de pandemia es un pilar en la respuesta de Salud Pública. Necesitamos información oportuna, precisa y de fácil comprensión, tanto para la población general, como para audiencias específicas. Pero… ¿Qué comunicación? Desde mi perspectiva, como salubrista, aquella que contribuya a la protección de la comunidad y al control de la pandemia, iluminando la toma de decisiones, promoviendo actitudes y conductas favorables. Se requiere una perspectiva de educación centrada en la comunidad, en las personas, que incluya también la dimensión de Salud Mental y el buen manejo de la incertidumbre.
La “comunicación de riesgo” es importante en toda pandemia, tal como la historia lo consigna, con aciertos y equivocaciones. La evidencia demuestra el impacto de la percepción de riesgo respecto a las conductas de la población y, a su vez, el efecto de la comunicación sobre dicha percepción de riesgo. La valoración que la sociedad atribuye al emisor del mensaje (ej. la autoridad) es esencial. La comunicación debe ser dinámica, bien planificada, y provenir de fuentes confiables.
Existen diversos canales. Desde luego, los medios de comunicación tradicionales cumplen un rol, como se ha visto en los reportes televisados. Hoy, también internet y las redes sociales están en el centro. Allí, se despliegan diversas fórmulas que pueden aportar. Sin embargo, también se ha detectado diseminación de información falsa que afecta negativamente el enfrentamiento del Covid19. Se habla de la infodemia. Al respecto, un abordaje proactivo, donde la educación e información veraz aseguren primacía, me parece esencial.
Una apuesta comunicacional exitosa en pandemia debe considerar componentes complementarios, desarrollar mensajes pertinentes para diversas audiencias, ser consistente y, especialmente, vincularse con la comunidad, con cercanía, pertinencia y transparencia. Creo también importante evitar la fatiga informativa y cualquier elemento que reste validez a la estrategia.
Después de un largo camino en esta pandemia, sabemos más sobre ella y sobre el actuar de nuestra sociedad. En esta nueva etapa, se requiere una estrategia comunicacional con un norte claro, multimedial, inclusiva, que incorpore con fuerza las voces y culturas locales, colaborativa y participativa, acompañando también emocionalmente. Que sea parte de una respuesta de Salud Pública integral y robusta. Un desafío que va mucho más allá del sector salud.