Por Jorge Aravena, ex seleccionado chileno
El título de la inolvidable cinta de Sergio Leone, que tuvo a Clint Eastwood como protagonista, suele prestarse para un análisis también clásico de cualquier circunstancia. Más aún si se trata de un evento público. Con una variación, claro. No se puede hablar de El bueno, el malo y el feo, aunque las dos primeras categorizaciones singulares igualmente servirían, aunque bien se puede recurrir a una pequeña variación para abarcar de buena forma la revisión. El inicio de Chile en las Eliminatorias puede, de hecho, revisarse bajo ese esquema. Las conclusiones, son inquietantes.
Lo bueno: hay poco. Que le esté dando posibilidades a jugadores que antes no las habían tenido, como Alexander Aravena, Matías Catalán y Gabriel Suazo, y me animaría a incluir a Maripán es, derechamente, bueno. Esto se debió haber hecho mucho antes. La única forma de saber si los jugadores van a tener el nivel óptimo para rendir a nivel es que jueguen en ese contexto. Lo demás es especular.
Lo malo: haber partido perdiendo ante Uruguay y, más aún, de la forma en que se perdió. El equipo no caminó. No llegó al arco, no se anotó. Chile fue superado en todos los aspectos del juego. Ante Colombia se mejoró bastante, pero hay situaciones que me descolocan. ¿Qué hace Brereton jugando por fuera? Alguien tiene que decirle que juegue en la posición en la que tiene que jugar: de centrodelantero. No puede andar correteando por todos lados. Que se haya anotado un gol en 180 minutos entra también en esta categoría.
Lo feo: la cancha del Monumental en el partido ante Colombia. Bien fea estaba. Puede ser lógico, por las condiciones en las que la dejó la lluvia, pero estaba impresentable. Y lo que les pasó a Vidal y Sánchez, también, pero entra en otra, la de lo lógico: les ha pasado a todas las selecciones. En un momento, las figuras ya no pueden seguir, porque no son eternas. A los últimos dos mundiales no fuimos jugando con la famosa generación dorada, tampoco. Entonces, sí, es feo. El panorama, también.