Por Jorge Ramírez, gerente general Agepec
La desgarradora frase del propietario de una de las pymes más reconocidas al servicio de las disciplinas artísticas del teatro, la danza, el circo y la música popular, refleja el profundo abandono que Chile ha tenido y tiene con este sector.
Un destierro que sólo en unas cuantas semanas -ante el avance de los contagios, los cambios en el plan Paso a Paso y la falta de una estrategia gubernamental clara al respecto- puede hacer que se cancelen, suspendan o reprogramen decenas de eventos que dejarán a más de un millón y medio de chilenas y chilenos que compraron un boleto todavía más cerca del deterioro mental que les provocó el encierro y las cuarentenas. De paso, sepultará 96.000 empleos, más de la mitad para mujeres.
Además, le diremos al mundo que aquí existe la paradoja de hacernos vivir en un país líder mundial en vacunación, pero al mismo tiempo el de mayores restricciones. O sea, se paraliza una actividad que mira perpleja cómo el resto de las economías presenciales del mundo abren sus recintos a la cultura, mientras aquí se ignoran argumentaciones científicas que dicen que la posibilidad de un contagio en un espectáculo es casi nulo y que tiene una trazabilidad y un control de ingreso que no existe en el transporte público, en un mall, un aeropuerto y para qué decir en las playas.
En esos países con los que solemos querer compararnos, la cultura es tratada como un bien esencial, junto a la educación y la salud. Y aunque en Chile no hay resguardos en sus políticas públicas para técnicos, gestores culturales, promotores, recintos, expendedores de boletos, quien acomoda una silla, provee un catering, sonido, escenario, cargadores, tramoyas, prevencionistas, técnicos de luces, entre otros, es este sector el que ha sido protagonista en todos los grandes momentos de nuestra vida democrática, es el mismo que llevó sus equipos a los actos de campaña de los candidatos, son los mismos que pusieron sus equipos en los centros de vacunación, los que trabajan hoy en la Convención Constitucional para que se vea y se escuche y ciertamente, los mismos que no tuvieron verano, pues no hubo Festival de Viña del Mar ni el de Puente Alto, Antofagasta, Iquique o Puerto Montt.
Es decir, todo un sector artístico y técnico al que el Estado simplemente los borró del mapa. De otro modo no se explica el desconocimiento y carencia de soluciones para el sector, en evidencia en cada reunión sostenida con los equipos de gobierno, tanto del actual como del futuro -con cuyo comando nos juntamos antes de la segunda vuelta electoral-.
En el tren de la esperanza de toda esta gente abandonada queda un boleto: todavía podemos tomarlo y contribuir a la economía y a la salud mental de todos los chilenos y chilenas.