Columna de Jorge Rojas: Trump contra el mundo, ¿Chile en la línea de fuego?

Por Jorge Rojas Vallejos, investigador Instituto de Políticas Económicas de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Andrés Bello.
La administración de Donald Trump ha encendido la chispa de una guerra comercial que amenaza con convertirse en un incendio global. No solo China, México, Canadá o la Unión Europea sentirán el impacto. Chile es un país pequeño pero integrado al comercio internacional y también se verá afectado, incluso si Estados Unidos no sube los aranceles a los productos nacionales.
¿Por qué? Porque la economía chilena vive y muere por el flujo de bienes y capitales. Cuando Estados Unidos decide jugar al proteccionismo con aranceles de hasta tres dígitos, distorsiona el comercio con sus principales socios y socava la demanda global. Y cuando la demanda global se debilita, los precios de las materias primas —como el cobre, motor esencial de la economía chilena y de los ingresos del Estado— también se resienten. Si a eso le sumamos que alrededor de un 30% de la canasta de consumo en Chile está compuesta por bienes importados, los costos podrían dispararse y la inflación volver a ser un problema serio.
Pero hay más. La incertidumbre de una guerra comercial hace sonar las alarmas en EE.UU. y Canadá con pronósticos de una posible recesión. Y si esas economías caen, Chile no queda indemne: menos demanda por sus exportaciones, un peso más débil frente al dólar, y una política monetaria obligada a reaccionar ante el aumento de precios con un incremento de tasas, impactando la ya alicaída inversión local. El costo será pagado en el mercado laboral, y cuando el empleo se debilita, la informalidad es la principal vía de escape, como ya hemos visto en Chile.
Entonces, ¿qué hacer? Responder con proteccionismo sería un tiro en el pie. Canadá lo intentó y no terminó bien. Chile debe diversificar sus mercados, fortalecer sus lazos comerciales con Asia y Europa y convertirse en un defensor del libre comercio basado en reglas de no discriminación, reciprocidad, transparencia y predictibilidad. Este último principio es importante porque significa que los aranceles y barreras al comercio no se pueden subir de forma arbitraria. Chile también debería empujar acuerdos entre economías emergentes. En este juego global, el tamaño sí importa.
Si Trump sigue con su cruzada arancelaria, Chile tiene dos opciones: esperar a que el vendaval pase o adelantarse y buscar nuevos refugios. Dada la incertidumbre, más vale empezar a moverse ahora.
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