Por José Miguel Cabezas, cientista político y académico de la Universidad Mayor
El primer ministro británico Boris Johnson salvó una dura votación donde parte de su partido votó en contra de su continuidad en el cargo. Es importante destacar que el premier británico es elegido en el Parlamento, por lo que es clave contar no sólo con una mayoría parlamentaria en términos políticos, sino que también electorales. De ahí que siempre existe un “Ministerio en las sombras” o paralelo de la oposición para poder asumir la dirección política cada vez que exista un voto de rechazo al actual primer ministro.
La llegada de Johnson al cargo no estuvo falta de polémica ni de complicaciones. Recordemos que fue asignado en su cargo reemplazando a Theresa May, quien tuvo que asumir la responsabilidad política de una magra performance en las elecciones parlamentarias europeas, y aunque logró materializar la gran tarea de la salida formal de Reino Unido de la Unión Europea, no pudo disfrutar del éxito político que representó el Brexit, por las protestas sindicales que reclamaban la falta de previsiones para enfrentar sus repercusiones.
Si bien la votación parlamentaria no fue mayoritaria en censurar a Johnson, varios parlamentarios conservadores votaron en su contra. Este hecho se suma a una serie de cuestionamientos y presuntas faltas a la ley, en particular el quebrantar restricciones durante la pandemia y participar de celebraciones sin el distanciamiento físico requerido por la ley en la residencia oficial de la calle Downing.
El futuro político de Boris Johnson depende de las dos elecciones especiales a fines de junio, en donde incumbentes conservadores van por la reelección, así como también el resultado de la comisión “partygate” que investiga las posibles ilegalidades en fiestas realizadas en oficinas gubernamentales. Por meses se habló que Johnson tenía un teflón para salvar de problemas políticos gracias a su personalidad, veremos si esa característica lo sigue acompañando llegado el otoño boreal.