Columna de José Pedro Fuenzalida: Bravo, Claudio

Claudio Bravo desvía el balón tras un cabezazo de Sergio Agüero.
Claudio Bravo desvía el balón tras un cabezazo de Sergio Agüero. Foto: Photosport


Por José Pedro Fuenzalida, exseleccionado de Chile.

Poco a poco la generación más ganadora de la historia del fútbol chileno va dejando las canchas de manera activa, y junto con ello, un sentimiento especial, una mezcla entre tristeza, nostalgia, agradecimiento y alegría se apodera de nuestros corazones. Su legado es una huella imborrable en todos los que amamos esta actividad, y los que no también, porque pocas cosas unen más al país que el fútbol y su Selección.

Claudio vistió la camiseta de dos de los mejores clubes de la era moderna y defendió la camiseta de la Selección por más de 20 años, lo que habla del talento, y por sobre todo, del trabajo detrás de sus logros. Todo lo ganado en cancha es una parte de lo ganado fuera de ella. Su calidad humana trasciende colores y su influencia deja ahora un vacío muy grande.

Desde que se puso la camiseta de la Selección se transformó en un indiscutido, un líder que rápidamente tuvo que hacerse cargo de portar la cinta de capitán, y con ello, asumir todas las responsabilidades que conlleva el cargo. El hermano mayor de los dorados podríamos decirle, respetado por absolutamente todos, fue el encargado de ir recibiendo a toda esta generación ganadora y marcar el paso. Su liderazgo y ascendencia en los demás siempre fue su sello, así como su humildad y simpleza. Exigente en el trabajo, en cada entrenamiento dio el 100% y siempre buscaba que las cosas mejoraran, lo que también implicó criticar cuando las cosas no se hacían bien.

Fuera de la cancha, lo mismo. Exigiendo siempre más a los dirigentes, peleando por mejores condiciones e intentando dejar algo más que solo lo futbolístico. Claudio influyó en cada uno de los que tuvimos la suerte de compartir un camarín con él, grandes o chicos, debutantes o experimentados, y no tengo dudas de que seguirá influyendo en nuestra actividad. Nuestro fútbol tiene ahora el desafío de encontrar el espacio para que Claudio pueda traspasar a las nuevas generaciones parte de su experiencia, aprendizajes, todo el sacrificio y, sobre todo, el trabajo y esfuerzo que lo llevaron a ser en su momento, uno de los mejores arqueros del mundo. Gracias por tanto Capitán.

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