Por Juan Pablo Valenzuela, profesor titular Instituto de Estudios Avanzados en Educación U. de Chile e investigador CIAE U. de Chile
La pandemia nos está dejando numerosas lecciones y desafíos. En educación, la lección más relevante ha sido constatar que la asistencia presencial a la escuela es una experiencia insustituible, tanto para el proceso de enseñanza aprendizaje, como para el desarrollo socioemocional de niños, niñas y jóvenes.
La evidencia ya mostraba que, para niños y niñas que tienen mayor vulnerabilidad, la escuela es aún más relevante para cerrar las brechas de oportunidades. La crisis ha ratificado dichas conclusiones, puesto que existen múltiples evidencias de que con el cierre de los establecimientos educativos dichas brechas se incrementaron.
También hemos aprendido que la educación remota en emergencia, aunque valiosa, no reemplaza la presencialidad, puesto que conlleva para las familias y equipos docentes enormes dificultades de conectividad, disponibilidad de dispositivos tecnológicos, espacios, tiempos y condiciones para su funcionamiento.
Regresar a clases presenciales debe ser la prioridad para todo nuestro sistema escolar. Sin embargo, el futuro mantiene muchas incertidumbres. Por ello, debemos estar muy atentos a cómo readecuar el sistema escolar según la evolución de la pandemia en cada territorio. Al mismo tiempo, debemos reconocer que el retorno a la presencialidad no será igual a lo que vivíamos previo a la crisis: la mayor parte de los establecimientos mantendrá una educación mixta, con actividades presenciales y remotas, no solo por los aforos requeridos para cumplir con los protocolos sanitarios, sino también porque el proceso de construcción de confianza con las familias es gradual. Es indispensable entonces que identifiquemos y aprendamos de las buenas experiencias de sostenedores y escuelas para enfrentar estos desafíos. También debemos identificar las brechas que se han exacerbado y buscar estrategias para reducirlas.
Para esta titánica tarea es fundamental trabajar en red y aprender unos de otros. Hay ejemplos de municipalidades, como la de Peñalolén -que el lunes próximo volverá a abrir sus escuelas-, que ha preparado las condiciones para el retorno, gestionando recursos y generando mecanismos participativos para construir confianza. Es la hora de mirar esos y otros casos. Es la hora de la colaboración.