Columna de Luz Infante: Siniestralidad vial, las 61 muertes que todos compartimos
Por Luz Renata Infante, secretaria ejecutiva de Conaset.
El lunes de esta semana, 61 familias y grupos de amigos tenían un integrante menos. Las Fiestas Patrias dejaron este saldo que nada tiene de accidental, porque conducir a exceso de velocidad, ocupando el celular y/o después de haber consumido alcohol, son - y fueron- decisiones conscientes.
Cada año se realizan importantes campañas y este año la sociedad civil, parte del mundo privado e incluso el Presidente se sumaron, pero el mensaje no llega a todos. Parece que prima el “son otros los que chocan”, “curao manejo mejor” o “mi hijo/a en mis brazos igual va seguro”. Entonces, ¿qué falla?
Chile ha avanzado en seguridad vial. Las normativas son estrictas, la fiscalización es permanente, la infraestructura vial y los estándares de seguridad vehicular han mejorado, y, a pesar de que las muertes por vehículo son un sexto de lo que eran en 1990, siguen muriendo alrededor de 2.000 personas por año. Para lograr una fuerte reducción en las muertes, la experiencia internacional indica que debemos construir un sistema vial seguro, y que esto tiene distintas aristas, contenidas en la Política Nacional de Seguridad de Tránsito y en su Estrategia 2021-2030.
Primero, una mayor capacidad de control, donde la tecnología juega un rol esencial. La implementación del CATI, aprobada en 2023 por el Congreso después de 14 años de tramitación, ofrece una oportunidad para reducir esta dura realidad. Para ello, en el Ministerio estamos trabajando para una implementación seria, tanto en reglamentos como en plataforma tecnológica.
Pero las cámaras no serán capaces de detectar todas las conductas de riesgo y es imposible poner un Carabinero en cada esquina. Un sistema seguro exige que todos nos asumamos responsables de reducir las muertes en el tránsito, por lo tanto, quienes diseñan infraestructura, vehículos y la gestión del tránsito deben disminuir la probabilidad de que cualquier error arrastre una vida.
Finalmente, se requiere de difusión y educación para crear una cultura vial positiva. Una en que migremos del creer que las normas hay que cumplirlas solo para evitar multas, hacia la convicción de que la calle es un lugar compartido, en que todos somos responsables de lo que ahí se vive.
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