Columna de Magdalena Vergara: Los bloqueadores de la pubertad en la educación
Por Magdalena Vergara, directora de estudios IdeaPaís.
A propósito de la aplicación de bloqueadores de pubertad y terapias hormonales para niños y adolescentes, se ha denunciado la falta de evidencia para el uso de estos tratamientos en menores de 18 años. Alarma el abuso y negligencia en la que han incurrido profesionales, más interesados en promover sus ideologías que el bienestar de los niños, aprovechándose además de la vulnerabilidad de los padres que recurren a ellos en busca de orientación ante la difícil situación que atraviesan sus hijos.
Esta preocupación no se limita sólo al ámbito de la salud. En educación también genera discusiones. En efecto, aún cuando hace años se rechazó el proyecto de ley de Educación Sexual Integral, el Mineduc, desde las políticas inclusivas y de convivencia, impulsa una serie de orientaciones para las escuelas sobre afectividad, sexualidad y género que han sido controvertidas en las comunidades educativas.
Bajo la bandera de la salud mental en niños y adolescentes, el Mineduc decidió imponer su visión según la cual el sexo biológico es un dato irrelevante al momento de constituir la propia identidad, y por tanto, es necesario deconstruir los estereotipos heteronarmativos. Por ello, las orientaciones incluyen recomendaciones para incentivar procesos donde los niños y jóvenes, sin importar su edad ni maduración, se autodefinan y reafirmen su identidad, asumiendo los establecimientos además, un rol garante frente a las familias, las cuales -supuestamente- perpetúan las conductas rígidas y estereotipadas que deben superarse. Así, por ejemplo, se invita a los jóvenes y niños -incluso a párvulos- a decidir según su identidad de género, por cuál pronombre quieren ser llamados: ella, él o elle.
Eliminar la discriminación, abuso, maltrato o violencia, y promover espacios de respeto en las comunidades educativas, nada tiene que ver con que los padres y estudiantes deban asumir como un hecho cierto que el sexo con el que se nació no significa nada, y que un niño de tan sólo cinco años puede redefinir su identidad sexual.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.