Columna de Manuela Urroz: El ejemplo de vida de Clau Schüler
Por Manuela Urroz, seleccionada nacional de hockey.
Como amiga y compañera de equipo por los últimos 15 años, es tremendamente difícil despedir a una heroína del deporte como lo fue Claudia Schüler. Difícil también es describir la huella y legado que dejó en el hockey y en el deporte nacional.
Su llegada a la selección nacional es previa al nombre de “Las Diablas”, el apodo que hoy nos caracteriza como uno de los deportes más reconocidos de los últimos años. Con el tiempo y con nuestra Claudia como una de las referentes desde 2004, se fue generando un cambio de mentalidad y confianza en el proceso del hockey césped. Cuatro veces elegida la mejor arquera de América en sus 18 años de carrera, su disciplina, humildad, empatía y profesionalismo nos impulsaron a aspirar a ser cada día mejores. Debíamos estar a la altura de poder entrenar y jugar con una de las mejores arqueras del mundo como compañera de equipo.
La “Chuchu” no era solo una de las que más entrenaba, también su capacidad de análisis y estudio de videos la tenía en constante crecimiento y preparada para atajar contra cualquier rival.
El sueño mundialista se truncó en 2006, 2010, 2014 y 2018, motivos que a cualquier mujer deportista de 30 años la hacen dudar si seguir dando pelea. En la Copa América de 2022, a solo un mes de haber sido diagnosticada con un tumor en el ojo y a días de una intervención, logró tapar cuatro penales en la definición contra Estados Unidos y llevarnos a nuestro primer Mundial. Pocos sabían que contaba con visión mínima en su ojo derecho, que el pronóstico médico era preocupante y que requeriría de constantes chequeos. Desde ese momento, solo sentimos su fortaleza y optimismo para lograr cumplir nuestro sueño. Al mes siguiente de lucirse y disfrutar de la Copa del Mundo en julio, su diagnóstico nos dejó sin palabras. Ya no era solo el ojito, el tumor había hecho metástasis en el hígado y en el abdomen de nuestra crack.
Nuevamente, su fuerza y garra nos dio una lección de vida. Luchó para sanarse hasta el último día sin escucharle una queja ni reclamo. Siempre positiva, valiente y con la ilusión de volver a vestirse de arquera y defender nuestro arco. En su cabeza, todavía quedaba el sueño de los Juegos Olímpicos.
Cuando el panorama se complicó, nuestro objetivo como hermanas de camiseta fue hacerle los días más felices y darle motivos para seguir luchando. Nos propusimos varios objetivos, entre ellos, completar 1000 grullas de papel en honor a la leyenda japonesa bajo el deseo que nuestra Clau pudiera vencer el cáncer. Con el tiempo, entendimos que el verdadero milagro fue haber disfrutado, compartido y aprendido de ella durante tantos años.