Columna de Marcela Monge: Virus vs. clases ¿Dónde se inclina la balanza?

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Foto: Mario Téllez


Por Marcela Monge, profesor asistente Pediatría PUC. Jefe de áreas pediátricas hospitalarias red de Salud UC-Christus

Entre tantas cosas que la pandemia nos enseñó, una de las más destacables es la importancia de la escolaridad presencial. Las repercusiones del encierro y clases on-line se hicieron evidentes al retomar cierta normalidad. Patologías como obesidad, abuso de pantallas, retraso en los aprendizajes, habilidades sociales, múltiples problemas de salud mental y otros incrementaron sus niveles en forma significativa respecto a la era pre pandemia. Por otro lado, el coronavirus también nos demostró que el encierro y poca exposición grupal es una potente herramienta de prevención en infecciones respiratorias, hecho confirmado con la casi nula circulación viral que observamos durante los inviernos de 2020 y 2021. Era llamativo para los pediatras, acostumbrados a largas y extenuantes campañas de invierno, ver nuestros servicios vacíos, siendo ocupados solidariamente por adultos con y sin Covid-19.

Por eso el adelanto de las vacaciones de invierno y su extensión en tiempo, si bien es una medida epidemiológica útil, preocupa y nos hace más que nunca poner en la balanza todos los elementos antes expuestos. La ocupación y colapso de las unidades pediátricas no es un hecho nuevo, pero debe ser abordado año a año, y la balanza actualmente se inclina tenuemente a suspender clases para disminuir la circulación viral. Pero no debemos olvidar sus consecuencias en nuestros niños y evitar ocupar la medida en forma extensa y reiterativa.

Para ello debemos optimizar otros recursos de protección ya tan mencionados: vacunación, uso de mascarilla, lavado de mano, distanciamiento, evitar aglomeraciones e instar a la responsabilidad individual y colectiva frente a cuadros respiratorios, con búsqueda activa de SARS-CoV-2, y aislamiento en caso de ser positivo.

Por último, este año, además se suma un nuevo elemento, tenemos un grupo de niños menores de 2 años que permanecieron aislados gran parte de su vida por la pandemia, sin exposición a virus y, por ende, sin inmunidad previa, una población de susceptibles mayor a la de otros años que se ha enfrentado por primera vez a virus respiratorios invernales que circulan en masa y ha traído consigo una alta demanda por consultas de urgencia y hospitalizaciones pediátricas.

Sin duda, las vacaciones de invierno ayudarán a descomprimir este escenario, pero esperemos que a futuro de la mano de otras medidas implementadas la suspensión de clases sea el último recurso a utilizar.

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