Por Marcela Potin, profesora clínica asociada Departamento de infectología e inmunología pediátrico,s Facultad de Medicina UC

El 31 de agosto se dio fin a la alerta sanitaria de más de 1.300 días en el país y con ello se termina la instrucción del uso obligatorio de mascarillas. Si bien en el último periodo la directriz estuvo más dirigida a contener las infecciones por virus respiratorios estacionales en centros educacionales, el poner término a estas medidas es un hito que merece un especial reconocimiento.

Esto solo ha sido posible gracias a los enormes esfuerzos para disponer y distribuir en forma precoz suficientes vacunas para SARS- CoV-2 en el país, así como al uso de medidas sanitarias (distanciamiento social y uso de mascarillas), todos ellos críticos para el control, mas no la eliminación del coronavirus y sus variantes que continúan circulando.

Es bien sabido que las vacunas disponibles protegen de enfermarse gravemente o morir, pero son menos eficaces para prevenir la infección o enfermedad leve. Y si bien el uso de mascarillas ha sido sujeto de controversia, es importante destacar que la evidencia acumulada al día de hoy es muy sólida en demostrar que para los trabajadores de la salud el uso de mascarillas en pandemia previno muchas infecciones y salvó miles de vidas, en especial en la etapa pre vacuna.

Al mismo tiempo, los estudios coinciden en que su uso correcto en la comunidad fue también efectivo en reducir casos de Covid-19. Para esto es necesario entender cómo funciona la transmisión de infecciones por gotas respiratorias con virus SARS- CoV- 2, las que pueden ser expelidas hasta casi dos metros de distancia al toser, estornudar o conversar y pueden mantenerse hasta 10 segundos en suspensión.

Por ello debemos mantener una conducta responsable si tenemos síntomas respiratorios, usando mascarillas o manteniendo la higiene de la tos (tapar la boca y nariz con un pañuelo desechable o el antebrazo al toser o estornudar), así como la vital higiene de manos frecuente.

Esto resulta muy importante, considerando que los coronavirus son muy prevalentes, están ampliamente diseminados y mutan con facilidad, generando nuevas variantes, a lo que contribuye la creciente interacción humano animal. Todo esto nos obliga a estar alerta a potenciales nuevas epidemias o pandemias para las que sin duda ya hemos aprendido mucho. Ojalá que no lo olvidemos.