Por Marcelo Contreras, crítico musical.
Hasta el desembarco de Los Tetas con el debut Mama funk (1995), el pop chileno carecía de cachondeo y tampoco mostraba mucha calle. Entre el rock con retrovisor de Los Tres y la profunda raíz ochentera de La Ley, no había nada en la escena local que transmitiera la fiesta y el relajo que el país necesitaba en los primeros años de la transición, aún agarrotados tras la dictadura, con link al presente musical de los 90. Los Tetas en cambio, eran representantes netos de la década: más jóvenes que los miembros de las bandas dominantes, bilingües, enamorados del funk y el hip hop según el evangelio de Red Hot Chili Peppers, y consumidores cannábicos sin disimulo ni poesía que disfrazara el consumo.
Su primer hit Corazón de sandía contiene uno de los mejores relatos urbanos jamás escritos en Chile para una canción popular -”seguí caminando, paseo Ahumada, se acerca ese pato con fea mirada, le dije: ‘pato malo, tu cara no me asusta, tu tajo feo no me gusta’”-; versos cinematográficos a la altura de Yo la quería de Electrodomésticos, o el desafío de la UP en la cotidianidad cantado por Ángel Parra en Cuando amanece el día.
Los Tetas eran calientes y les gustaba la fiesta -”y cuando te sientas, ven, acércate acá, no dudes en pasar (...) y tu culo hacer gozar” (Porcel)-, pero había un costado existencial proveniente de la pluma del expulsado Tea Time. “Lo que trato es de descifrar los jeroglíficos -rapea en La Eternidad- para llevarme a mi mismo a una respuesta y poder entender la destrucción, la que el hombre ha creado en su evolución”.
Junto a Chancho en Piedra formaron la familia chilenita del funk que resultó disfuncional -se rumoreaban distancias-, y son primos hermanos de Tiro de Gracia, La Pozze Latina y Makiza. Las fricciones internas que llegaron a tribunales, unidos a las denuncias en contra de Tea Time, dejaron un gusto amargo en la historia de Los Tetas, claves en haber agregado onda, sabor, desenfado y poesía más urgente a la música chilena.
El anuncio del retorno de C-Funk y Rulo, los miembros fundacionales, con nuevo material grabado en México bajo el nombre de Los Tetas, es una señal de que no solo se trata de pasar el sombrero tocando las viejas canciones para una generación nostálgica. Se puede resentir la ausencia de Tea Time con su estilo inconfundible, pero el espíritu de la banda desde el origen radica en Cristián Moraga y David Eidelstein, que se han mantenido como artistas activos y relevantes por más de 30 años.