Columna de Marco Ugarte: Un Pulitzer para un fotógrafo chileno
Por Marco Ugarte, fotógrafo de The Associated Press en México
El lunes estaba en el médico acompañando a mi suegro cuando mi jefe en The Associated Press me avisó que necesitaba hablar conmigo. Yo venía llegando de Chiapas, donde realicé mi primer trabajo en México hace 30 años -cuando me vine de Chile-, entonces pensé que era algo relacionado con eso. A las 10:00 me llamó la jefa de AP. Yo no hablo mucho inglés, pero le entendí bien: junto a otros fotógrafos de la agencia nos habíamos ganado el Pulitzer.
El Premio Pulitzer siempre lo hemos visto de lejos: suele ser para los estadounidenses o europeos, pero casi nunca cae en América Latina. Aún estoy sorprendido, porque, además, no sabía que me habían postulado.
Llevábamos mucho tiempo haciendo un trabajo sobre la ruta que recorren los migrantes, desde Panamá hasta Estados Unidos: cómo logran cruzar la selva, los ríos, las fronteras en Centroamérica. ‘¿Chileno, qué haces con los migrantes?’, me suelen preguntar algunos colegas. Yo les digo que platicar, sentir sus sueños, hacer el viaje con ellos, dormir con ellos. Los migrantes dejan sus países porque son marginados, tienen hambre, han sufrido represión, miles de cosas les pasan en lugares como El Salvador y Honduras.
Una de las fotos del reportaje que premiaron la tomé en Irapuato, cuando unos cuatro mil migrantes esperaban tomar un tren, en el norte de México. Recuerdo que andaba con mi dron, pero no lo necesité, ya que tomé la foto desde un puente. Antes ya había fotografiado a migrantes en los trenes, que no son de pasajeros. Hace un par de años me subí a La Bestia. Una niña comenzó a correr, le tomé una foto, luego la lograron subir al techo del tren, pero en una curva se cayó y falleció ahí mismo. Hay muchas historias como esa.
En Chile trabajé en la revista Hoy entre 1980 y 1984, después en France Presse hasta el 92 y luego me vine a México, ya que quería publicar un libro aquí. Estoy en AP desde enero de 1994, cuando empezó la guerrilla en Chiapas. Vine a México por dos meses y me quedé 30 años.
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