Por Marcos Kaplún, ex director de la Corfuch y Azul Azul

Llevo más de 70 años siguiendo a la U. Primero como hincha y luego como director de la Corfuch y Azul Azul. El domingo, junto a mi hijo y mi nieto, sufrimos. Se me vinieron a la memoria los recuerdos de 1988, cuando caímos a la B en enero de 1989. Viajé a esa época e imaginé todo lo que se venía: dónde debíamos ir a jugar, qué entrenador podríamos traer para dirigir en la segunda categoría. Y lo que más pena me daba era que se estaba descendiendo en una condición totalmente diferente. En la U del 88 no había dinero, no como ahora en Azul Azul, donde se malgastó todo lo que había.

Uno mira para atrás y hace un repaso. El problema fue que siempre hubo un gran controlador. Se suponía que el poder estaría repartido, como en la Católica, como en otros clubes. Pero en la U eso se perdió en los últimos años. No había una democracia en la toma de decisiones. Uno como director, al final, se terminaba enterando de las contrataciones por los medios de prensa. Eso era inaceptable. Más cuando uno mira a la otra vereda y ve algo absolutamente distinto.

En la Católica tienen un proyecto, sacan jugadores jóvenes, trabajan de manera seria. Eso falta en la U, falta una línea de trabajo definida. La salida de casi 10 jugadores sirve para empezar de cero. Eso se debió haber hecho hace tiempo.

Ahora ya se tocó fondo. Pero detecto buenos síntomas. Al menos se trajo a un tipo preparado como Luis Roggiero, que es un profesional en la gerencia deportiva. Al presidente Clark no lo conozco mucho, solo he compartido en tres reuniones con él. Lo que sí me tranquiliza es que está Cristián Aubert, un tipo que es del fútbol. Tiene los códigos de la actividad y sabe cómo funciona.

Pero hay mucho que mejorar. Hay que mejorar en la relación de los directores con la gerencia. Se debe trabajar de la mano, todos apuntando hacia el éxito del club. Ya basta de divisiones, de controladores. La U es una sola. Y todos debemos trabajar para volver a posicionarla en lo más alto de Sudamérica. Desde comunicaciones, que sin duda debe mejorar mucho el mensaje que transmite, hasta el último funcionario del Centro Deportivo Azul.