Por María Lourdes Puente, directora de la Escuela de Política y Gobierno Universidad Católica Argentina (UCA)

En septiembre de 2022, el gobernador de la provincia de Jujuy, Gerardo Morales, logró obtener el respaldo de la legislatura provincial para llevar a cabo una modificación constitucional, gracias al voto de un diputado del peronismo. El gobernador pretendía realizar la reforma constitucional en diciembre de 2022, antes de que comenzara el año electoral para lograr su reelección, pero el peronismo local cedió en la reforma pero no en los plazos para evitar esa reelección.

Las reuniones en comisión concluyeron en menos de dos semanas. No fueron públicas, no se realizó ningún registro taquigráfico y no se brindó audiencia a representantes sociales o ciudadanos. El texto de la reforma aprobada, que experimentó cambios de último momento, fue aprobado en la mañana del 20 de junio, varias horas antes de lo previsto. Sorprendentemente, no se hizo público para la ciudadanía y la Legislatura se encontraba rodeada de policía y protestas.

Esa situación encendió la mecha, y los problemas sociales de Jujuy (reclamos salariales de los docentes y trabajadores de salud, reclamos de los pueblos originarios) y del resto de las provincias argentinas, más los intereses políticos y económicos en danza hicieron el resto.

El gobernador Morales ha hecho una causa política propia de su histórica oposición a los movimientos sociales, que sostiene en prisión a la principal líder de esos movimientos, Milagros Sala. Esa causa y el reciente auge minero en la provincia, con cada vez más proyectos de litio y la reactivación de explotaciones antiguas, constituyen los focos principales de intereses encontrados que hicieron parte en el conflicto.

Dada la crisis económica y social que padece Argentina, sorprende a más de un analista que no hubiera explosión social y la explicación general era la falta de actores con voluntad de provocarla y sostenerla. El caso es que Argentina es una sociedad en la que está fuertemente reconocida la voz de quienes se organizan, y hay una significativa conciencia de derechos, por lo que es muy complejo y un desafío muy difícil conseguir el orden social.

En este episodio se mezclaron muchas de las crisis sociales y económicas que subyacen en todo el territorio argentino. En la agenda pública, lo que sucedió activó la grieta política, logrando que Juntos por el Cambio, colación opositora, se diera una foto que no hubiese sido posible si se hubiera organizado. Leer los diarios sobre el evento da cuenta de cuan fuerte es la grieta en la manera en que se lo analiza. En tiempos electorales la grieta es un negocio para todos. Menos para la gente.