Por María Lourdes Puente, directora de la Escuela de Política y Gobierno, Universidad Católica Argentina (UCA).
No es fácil escapar del barro en que la denuncia de la ex primera dama argentina metió al debate público. Con un expresidente que ya estaba hundido, se encendieron nuevamente las voces de quienes denostan su gobierno, ayudando al actual a desviar la atención de su propia debilidad. Y la oposición, que no sabe bien dónde pararse, encuentra un tema para decir algo, sabiendo que la deslegitimación la incluye.
En Argentina, en lo que va de 2024, murió una mujer cada 42 horas por violencia doméstica. No es una cifra, es una triste realidad, que se puede constatar en todos los sectores sociales.
Esta violencia es uno de los ítems de la agenda por la que tantas mujeres luchan históricamente. Junto a otras legítimas demandas, conforman una bandera que el gobierno anterior blandía en retórica y políticas. Las nuevas autoridades quitaron fuerza institucional al área, restaron recursos y adoptaron un discurso crítico, poniendo en duda la necesidad y el valor de las mismas.
Abonaron a esa postura, hechos que fueron desacreditando esa bandera y a sus portadores. Sonorísimos casos de abusos sexuales juzgados, como el ex gobernador de Tucumán, José Alperovich, y con causas en curso como Fernando Espinosa, intendente de La Matanza, no recibieron el repudio, o cuestionamiento, de referentes feministas que fueron representantes claros de los avances en la materia. Tampoco tuvo un papel significativo el Ministerio de la Mujer frente a la desaparición desde el 2 de junio de 2023 de la joven Cecilia Strzyzowski residente de Resistencia, Chaco, y presunta víctima de femicidio de círculos cercanos al gobernador.
Esta nueva denuncia, vuelve a lastimar demandas necesarias blandidas por quienes aparecen hoy evidenciando el vacío de las mismas. Dónde estaban quienes levantaron las banderas feministas, se pregunta hoy la sociedad argentina.
La realidad invita a poner nuevamente en agenda la urgente necesidad de recuperar políticas relacionadas a la violencia doméstica, que incluye a las mujeres, y muchas veces a niños. Rescatar de todo lo amargo que nos traen personajes tan cuestionados, un tema urgente que nos interpela como sociedad.
El riesgo es que sólo sea un nuevo circo mediático que se diluya en el tiempo provocando un estruendo de fuegos artificiales en los que cuando desaparecen los efectos impactantes, todo quede como entonces.