Por Mauricio Morales, profesor titular Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales Universidad de Talca.
El resultado de las elecciones de consejeros constitucionales conduce a una sola interpretación: el juego ha terminado para el gobierno. Es cierto que aún dispone de dos años y medio, pero el programa de transformaciones- ya inerte producto de la derrota en el plebiscito de septiembre- es algo del pasado. No sabemos qué ocurrirá en este nuevo proceso, pero en el mejor de los casos el Presidente firmará una Constitución que estará en las antípodas de los ánimos refundacionales que inspiraron su coalición de gobierno.
El fracaso es total. En primer lugar, la coalición de gobierno aceptó reglas electorales que, sabíamos, le jugarían en contra. El sistema electoral utilizado para escoger senadores beneficiaba abiertamente a la derecha. En segundo lugar, el Presidente no convenció a todos los partidos de centroizquierda para competir en una sola lista. En caso de haberlo hecho, su coalición habría alcanzado 21 escaños, convirtiéndose- al menos- en un actor de veto dentro del Consejo. En tercer lugar, la votación de Unidad para Chile- el pacto de gobierno- correlacionó casi perfectamente con la votación del Apruebo, sin mostrar mejoría electoral alguna. En cuarto lugar, un gobierno de izquierda que llegó al poder sobre la base de la protesta callejera y el cuestionamiento a los 30 años de democracia, terminó dotando de poder a la derecha radical en la zona más sensible para un país: su Constitución política.
Pero esto no es todo. En la medida en que se avance en la discusión constitucional, algunos partidos del gobierno se debatirán entre votar a favor o en contra del nuevo texto. No será tan fácil digerir una Constitución escrita por sus enemigos políticos. En ese escenario, sería una tragedia que el gobierno llegara dividido a ese plebiscito. Sin embargo, no faltarán grupos de extrema izquierda llamando a votar en contra del texto. Para ellos será más digno seguir en la lucha constitucional que tolerar un texto respaldado por José Antonio Kast, aunque eso implique el fin de la coalición de gobierno.