Columna de Mauricio Morales: Golazo

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Por Mauricio Morales, académico de la Universidad de Talca

Si bien la centroizquierda es mayoría en la Cámara, está dividida en cuatro almas. El Frente Amplio, el PC, el “Socialismo Democrático”, y la DC. En teoría, el bloque contaba con los votos para escoger a la nueva mesa. No obstante, la relación del gobierno con la DC nunca ha cuajado, más aún luego del veto que impuso la Falange a la candidatura de Karol Cariola. La derecha, por su parte, y con una ingenuidad sorprendente, comenzó a negociar con el PDG y con parte de la DC, sin llegar a un acuerdo serio y formal. La derecha necesitaba todos los votos del PDG y la mitad de la bancada DC para propinarle una nueva derrota al gobierno.

La tarea, por tanto, no era sencilla para Gabriel Boric y su equipo político. La última encuesta CADEM mostró una aprobación presidencial de 25%, un cierto desánimo de cara al proceso constituyente, y una intención de voto liderada por el PDG y Chile Vamos ante una eventual elección de convencionales. Por eso mismo, el desafío para la ministra Uriarte era titánico: romper con el pesimismo y los malos resultados para el gobierno.

Se requería de manera urgente un triunfo, especialmente luego del cónclave oficialista. Al frente existía un grupo desorganizado, indisciplinado, personalista, pero mayoritario. Era cosa de coordinarse para derrotar al gobierno, pero precisamente en eso falló. No es que la derecha se haya equivocado en hacer las cuentas. Simplemente, se equivocó en el tipo de alianza que quiso construir.

¿Qué hizo el gobierno? Primero, aseguró los votos propios. Segundo, fidelizó a diputados de izquierda que no forman parte de la coalición. Tercero, sumó al único independiente. Cuarto, dividió a los partidos que, en teoría, son los más moderados y que presentaron estratégicas erráticas de negociación. Quinto, no sumó a esos partidos, pero sí los fracturó, profundizando la crisis interna de la DC y exponiendo al PDG como un partido poco confiable y dispuesto a cualquier cosa con el afán de ganar poder. En simple, el gobierno metió un golazo.