Inesperadamente, el PC se quedó con la testera de la Cámara de la mano de su diputada más talentosa. Logró que el gobierno se jugara al máximo para sacar la tarea adelante, lo que es un tremendo mérito considerando la alta fragmentación, el discolaje y la indisciplina de los legisladores. Aunque esta mesa puede ser censurada a poco andar, lo concreto es que el PC ya festejó y se quedó con el triunfo. Sin embargo, hay tres cuestiones que el Socialismo Democrático (SD) debiese tener en cuenta.
Primero, que está absorbiendo todos los costos de esta negociación, quedando sin representación en la mesa de la Cámara, y muy expuesto a la crítica de la oposición especialmente por el rol de Álvaro Elizalde en su diálogo con Gaspar Rivas. Es reconocida la muñera de tenista que tiene Elizalde, pero al frente tenía un político que aún no se adapta a los códigos informales y que develó inmediatamente- aunque luego lo negó- que el ofrecimiento de La Moneda fue la vicepresidencia de la Corporación.
Segundo, y recordando un dicho popular, “el que le da pan a perro ajeno, pierde el pan y pierde el perro”. Esto implica que si bien el SD contribuyó al éxito del PC, puede que las ganancias se repartan de manera muy desigual, saliendo más fortalecidos los comunistas. Hoy la izquierda está en una lucha hegemónica, y si el SD sigue trabajando para el PC, se quedará sin votos y sin hegemonía. Es lo mismo que, en su momento, hizo la DC al ceder irracionalmente espacios de poder al PS, PPD, PR y, posteriormente, al PC. Cuando llegó el momento de devolver la mano, la DC fue fulminada por sus antiguos socios.
Tercero, que si cae la mesa de la Cámara, los costos los pagará el SD y no el PC, que podrá justificar- no sin razón- que existe un fuerte espíritu anti-comunista. Por tanto, hoy por hoy, los únicos que festejan, se abrazan y gritan el gol, son los comunistas. El SD, en tanto, quedó en una zona gris, tenebrosa, y vinculado a las cuestionables prácticas de la política.