Columna de Mauricio Morales: ¿Quién paga la cuenta?

Plebiscito
Foto: AgenciaUno


Por Mauricio Morales, académico de la Universidad de Talca

La clase política discute sobre ganadores y perdedores de este proceso constitucional. Los intelectuales sugieren que todos perdieron y que la responsabilidad se reparte equitativamente. El problema es que esos intelectuales que hoy distribuyen la culpa fueron los mismos que, refugiados en el estallido social, se montaron en el proceso constitucional, leyendo las demandas ciudadanas como una oposición a la Carta Magna. Se escribieron libros y columnas sobre esto, llamando a la clase política a cambiar el modelo de desarrollo y a enterrar la Constitución del dictador. Esta misma elite hizo campaña por el “Apruebo” en 2022, siendo rotundamente derrotada. Es decir, primero aprovecharon un contexto de violencia para materializar ideas que nunca ganaron por la vía electoral, para luego respaldar un texto que empeoraba las cosas. Sin embargo, hoy se erigen como los juzgadores del proceso. En todo caso, Chile es así. La impunidad se da a todo nivel, pero siempre favorece a unos pocos. Es una desigualdad de la que esa intelectualidad se nutre, pero que no critica. Es una desigualdad benevolente, dirían algunos.

¿Qué hacemos ahora? La elite seguirá en lo suyo, pero la cuenta la pagaremos nosotros. Aunque suene repetitivo, fueron cuatros años de retroceso en que vimos aumentar la polarización y el deterioro de la convivencia cívica a niveles insospechados y con severas consecuencias económicas. Lo más dramático es que no hay arrepentimiento. ¿Le han ofrecido disculpas a usted por el daño causado? No. Incluso, parte de la izquierda esquiva su responsabilidad y hoy abraza un plan de reformas constitucionales. Parece broma pero es real. La derecha, en tanto, y con una torpeza impactante, no se percata que en lugar de perder en este proceso, sólo dejó de ganar. La actual Constitución no puede estar más validada.

En este contexto, hoy respiramos con cierto alivio, pero quedan muchos costos por pagar, campañas que financiar, columnas por leer y libros por comprar. Pero recuerde siempre esto: la cuenta la paga usted y sólo usted.