Por Michael Shifter, Expresidente del think tank Diálogo Interamericano y profesor de la escuela de Asuntos Exteriores de la U. de Georgetown
Nadie pensó que la cumbre de CELAC iba a producir acuerdos políticos entre los 33 miembros. Es difícil recordar otro momento en las últimas décadas en que la región ha estado tan fragmentada y la cooperación tan débil. Más allá de la llamada “segunda ola rosada”, las diferencias entre países abundan.
Frente a este panorama desolador, la gran interrogante fue si el regreso de Lula como Presidente de Brasil podría generar un impulso hacia una mayor integración regional y aumentar la relevancia de América Latina y el Caribe al nivel global. Lula, cuyo liderazgo es ampliamente reconocido, fue el protagonista principal, con el Presidente Fernández como anfitrión. Antes de la cumbre, ambos anunciaron una moneda única, que fue más una declaración política que solución a la crisis económica argentina. Fue llamativo, aunque no tan sorprendente, que México, la segunda economía de América Latina, estuviese representado por su canciller, mientras que el Presidente López Obrador -anfitrión de la última cumbre de CELAC- envió un mensaje por video.
Aunque no hubo consensos significativos ni avances concretos en tratar los enormes desafíos que enfrenta la región, la reunión permitió a cada mandatario compartir sus ideas y puntos de vista sobre una serie de temas. El Presidente Lacalle Pou fue una voz disidente, criticando la “ideologización” de la reunión y proponiendo una (poco realista) zona regional de libre comercio. El Presidente Boric puso atención a la grave crisis peruana, denunciando los abusos cometidos por las fuerzas de seguridad, sin condenar a los manifestantes violentos antidemocráticos.
El futuro de la CELAC es incierto. Para Lula todavía no está claro cuánto va a dedicar a una región compleja y bloques como CELAC y UNASUR (compuesta solo por países sudamericanos) y cuánto al resto del mundo -China (y otros BRICS), Estados Unidos y la Unión Europea. Su visita a LaCalle Pou después de la cumbre reflejó su interés en reactivar el MERCOSUR y generar más comercio. Pero todo indica que su prioridad en política exterior será el medio ambiente y la preservación del Amazonas. Lula enfrenta dificultades en el frente externo y interno, donde tendrá que lidiar con una sociedad partida en dos.