Columna de Natalia Aránguiz: Algo insoportable para el oficialismo

Ministerio de Hacienda
Fachada Ministerio de Hacienda, en mayo pasado. Foto: Andrés Pérez


Por Natalia Aránguiz B., Socia y Gerente de Estudios en Aurea Group

Esta semana fue de datos económicos, todos ellos decepcionantes o en línea con las bajas expectativas que tenía el mercado. En términos anuales, la producción manufacturera se hundió un 5,2%, la industrial retrocedió un 2,7% y en línea con estos resultados, el Imacec cayó un 1,0%. Además, el gobierno presentó su propuesta de pacto fiscal, la cual es insípida en medidas procrecimiento e ingenua en la meta de recaudación.

Si bien, es un sinsentido esperar que un gobierno del Frente Amplio priorice el crecimiento económico, es claro que la recesión por la que estamos atravesando, ahogará aún más el presupuesto del Estado. Y esto último, es insoportable para el oficialismo. Además, tras la liviandad con que se tratan los dineros públicos, no hay posibilidad de exigir al país un alza de impuestos. Por tanto, sólo queda aumentar la recaudación fiscal vía crecimiento. Problema complejo y de soluciones lentas, pero con dos remedios útiles para potenciar el crecimiento de largo plazo.

Primero, revivir nuestro mercado de capitales que tras los retiros y el estallido quedó seco. Allí se canalizan los recursos desde quienes ahorran hacia quienes necesitan financiarse a largo plazo. Gracias a este, las compañías pueden emitir deuda (bono), vender equity (acciones) o transar sus facturas. ¿Cómo revivirlo? Aprobando una reforma de pensiones que mantenga el D.L 3.500 y el régimen de inversiones. Es decir, independiente si el 4% o 6% va a capitalización individual, lo importante es cuidar la regulación actual. Ya que, si bien gran parte de estos recursos se invierten en el exterior, en Chile queda una porción relevante para el tamaño de esta pequeña economía. Esta regulación no sólo ha producido grandes rentabilidades para los fondos, sino que ha impedido que éstos se utilicen en talleres de limpieza de bancas.

Segundo, cambiar la estrategia nacional del litio. Si se quiere una inversión extranjera potente y rápida, el incentivo debe ser adecuado. Ningún inversionista querrá asociarse de forma minoritaria con un Estado liderado por quien sueña con derrocar el capitalismo. Y si se quiere entrar a la industria del Litio antes que ésta desaparezca o los precios caigan, la forma es a través de privados. Finalmente, sin inversión y un mercado de capitales deprimido, esta economía seguirá deteriorándose y el gobierno jamás recaudará lo que necesita.