Por Paola Muñoz, ciclista que participó en Londres 2012 y Río 2016
Es notable la delegación que representa al país en Tokio. Estuve en las dos citas olímpicas anteriores, pero ninguna se compara con esta. Y esto es síntoma de algo muy importante: hoy los deportistas chilenos se atreven a salir del país a buscar el roce y la experiencia que los eventos internacionales entregan.
Y aunque ser protagonista en una cita máxima como esta son palabras mayores, pues nos enfrentamos directamente contra las potencias mundiales, está demostrado que con la constancia y perseverancia se puede luchar. Prueba de esto fue la austríaca Anna Kiesenhofer, la doctora en matemáticas que ganó el oro en el ciclismo de ruta. Ella no llegó como favorita, pero al foguearse en tantas carreras logró ganar con una abultada ventaja.
Hay que destacar el cambio de paradigma frente al rol de la mujer en estos JJ.OO. Hace15 años, cuando fui madre por primera vez, era muy raro encontrarte con otras ciclistas mamás, pues serlo era visto como un detrimento al rendimiento deportivo. Hoy eso no es así. Ahora las mujeres son líderes, protagonistas, se atreven y entienden que es parte de la vida ser madre y que no puedes ser criticada por dedicarte también al alto rendimiento.
Fui la primera chilena en clasificar a unos Juegos en el ciclismo de ruta y ahí entendí que todo va en la motivación para atreverse a salir de Chile a competir, porque afuera es donde está la verdadera competencia y los deportistas chilenos lo están comprendiendo. Los primos Grimalt lo demuestran en el voleibol playa.
Pero lo que ilusiona es lo que están haciendo los más chicos en sus primeros Juegos Olímpicos. Ver a Catalina Soto (ciclismo de ruta) buscando su opción de una manera muy valiente; a Martín Vidaurre llegar 16º en el mountainbike; al triatleta Diego Moya llegar 30º; al velerista Clemente Seguel; el arquero Andrés Aguilar; los golfistas Mito Pereira o Joaquín Niemann… Es algo que promete un futuro muy alentador. Y aún falta ver a Macarena Pérez (BMX), o a los lanzadores del martillo Gabriel Kehr y Humberto Mansilla.
