Por Pedro Tenorio, periodista y analista peruano de Latina Televisión

Quiso viajar a México y no se lo permitieron. Quiso que la OEA, a través de una Misión Especial en Lima, confirmara su denuncia sobre una intentona golpista en su contra, auspiciada por partidos de derecha y el poder económico. Pero la OEA llegó, se reunió con las partes en discordia y fue un testigo más de la constante conflictividad peruana. Pero de “conspiración en marcha”, nada. Ahora pretende disolver el Congreso de mayoría opositora. Así quedó en evidencia en su mensaje a la Nación al filo de la medianoche del jueves.

Pedro Castillo anunció que su gobierno interpreta el reciente rechazo parlamentario a una iniciativa de su jefe de gabinete, Aníbal Torres, como una negativa al pedido de confianza expresada por Torres. Según la Constitución peruana, si se niega la confianza en dos oportunidades, el Presidente está facultado a disolver el Congreso y convocar a elecciones para sustituirlo. Sin embargo, este no es el caso. El propio Tribunal Constitucional (TC) ha precisado los alcances de este mecanismo, por lo que la interpretación de Castillo y compañía resulta excesiva y contraria al espíritu de la ley (algo que también reafirmó, de forma expresa, el TC).

Pese a estas consideraciones legales, ¿tendría éxito Castillo? Imposible. El mandatario peruano ha iniciado un camino muy peligroso para su supervivencia política, movido por un grotesco desconocimiento de la ley y rodeado de asesores que le dicen lo que quiere oír, creyendo además que las masas le darán “legitimidad social” para actuar. Es cierto que la mayoría de peruanos rechaza al Congreso, pero la desaprobación a Castillo también galopa a ese ritmo (según Ipsos, un 66% desaprueba al mandatario mientras 73% opina lo mismo del Parlamento). La crisis de ambos poderes es palpable, pero la Constitución, en este punto, avala al Legislativo.

Clint Eastwood sabía muy bien lo que hacia en “Ruta suicida” (The Gauntlet, 1977). Dudo que Castillo sepa a dónde lo puede conducir la vía elegida para sus próximos pasos. La guerra política seguramente coincidirá con la inminente reunión de la Alianza del Pacifico en Lima -tras la frustrada cita de esta semana en México a la que no pudo ir Castillo (cortesía del Congreso, que le negó el permiso para viajar)- y con la consiguiente foto de López Obrador, Petro y Boric acunando al mandatario peruano. Castillo formará ahora un nuevo gabinete ministerial, tras la renuncia de Torres, y habrá diversas reacciones en la oposición. Será una definición por penales.