Columna de Pedro Tenorio: Entre el miedo y la incertidumbre
A ocho días de la elección presidencial peruana, un sorpresivo empate estadístico registrado por las principales encuestadoras confirma que en esta campaña “lo único seguro es que nada es seguro”. Súmese a ello el enorme impacto político que tuvo esta semana la masacre de 16 personas perpetrada por remanentes del movimiento terrorista Sendero Luminoso, hoy financiado por el narcotráfico, en una zona que por más de tres décadas se ha mantenido al margen del control efectivo del Estado en el valle de los ríos Apurimac y Ene (VRAEM), en la selva central.
El hecho, ocurrido la noche del domingo 23, gatilló la discusión en torno a qué candidato -Pedro Castillo de Perú Libre o Keiko Fujimori de Fuerza Popular- sería capaz de ponerle fin, de manera definitiva y enérgica, a toda amenaza subversiva. Así, los peruanos asisten al tramo final de esta elección entre el miedo y la incertidumbre.
De un lado Castillo, con todo el apoyo de la izquierda y con amplios bolsones de votos en el centro y sur del país, aparece como favorito (42,6% versus 41,7% a nivel nacional, según Datum) y como encarnación de quien pondría fin al modelo de economía abierta y escasa injerencia estatal que trajo la Constitución de 1993, aprobada durante la presidencia de Alberto Fujimori.
Precisamente quien intenta cortarle el paso a Castillo es Keiko, la principal heredera política del autócrata. Ella enfrenta ahora su tercer balotaje consecutivo, con amplio apoyo en la capital y el norte peruano. La improvisación política de Castillo (quien se inscribe en la línea ideológica de Evo Morales y Nicolás Maduro) y lo que representa han logrado dividir una fuerza que fue decisiva en las presidenciales de 2011 y 2016 para evitar el triunfo de Keiko: el antifujimorismo.
Hoy esta división le ha dado la posibilidad de acortar distancias y forzar la que podría ser una final de fotografía. Dependerá del debate que tienen pendiente este domingo 30 en Arequipa, cita que podría ser decisiva: Keiko necesita atizar los miedos alrededor de Castillo y su “agenda comunista”. Él, en cambio, encarnar ese ideal de cambio que tantos peruanos anhelan (aun cuando no alcance a explicar cómo lo conseguiría). Esta última semana será al rojo vivo.