Columna de Raúl Cordero: ¿Qué pasa si vuelve La Niña?
Por Raúl Cordero, académico de la Universidad de Santiago de Chile.
La agencia estadounidense del océano y la atmósfera, la NOAA, ha confirmado la desaceleración del enfriamiento del Pacífico, disminuyendo las probabilidades de que La Niña comience durante el invierno, como se pronosticaba hace unos meses. La NOAA prevé ahora que La Niña inicie durante la primavera y sitúa en torno al 80% las probabilidades de que afecte tanto temperaturas como precipitaciones el próximo verano.
La Niña, es decir el enfriamiento anómalo del Pacifico tropical, no favorece las precipitaciones en buena parte de Chile. Es posible que el retraso en el desarrollo de La Niña haya contribuido a las generosas lluvias del primer semestre. Por primera vez en casi dos décadas, Chile cerró junio sin déficits apreciables entre Atacama y Magallanes. Sin embargo, el inicio de La Niña hace poco probable que el segundo semestre de este año sea tan lluvioso como el primero.
A pesar del empuje del calentamiento global, La Niña probablemente modere las temperaturas. El enfriamiento del Pacífico asociado al desarrollo de La Niña quizás esté contribuyendo a que este sea el invierno más gélido en décadas en algunas localidades chilenas. A nivel global, La Niña debería cortar la infame racha de 13 meses consecutivos con temperaturas récord.
La Niña podría causar estragos en el desierto de Atacama y en la Patagonia durante el próximo verano. Durante La Niña, las precipitaciones asociadas al invierno altiplánico tienden a estar sobre típicos aumentando el riesgo de aluviones. Por el contrario, las lluvias en el extremo sur podrían ser inferiores al promedio histórico. El incendio en Torres del Paine en 2011-2012, uno de los más extensos registrados en Chile, ocurrió durante un verano marcado por La Niña.
Sin embargo, a los habitantes de la zona central y centro sur, La Niña quizás nos dé un respiro. El efecto moderador de La Niña sobre las temperaturas probablemente contribuya a un verano menos abrazador y a incendios menos voraces. Después de dos trágicas temporadas de incendios, la próxima debería ser menos activa.