Columna de Ricardo Hurtubia: Fin de la reversibilidad en Avenida Andrés Bello

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Congestión vehicular. Foto referencial. Foto: Rawpixel Ltd.


Por Ricardo Hurtubia, Profesor Asociado, Escuela de Arquitectura & Departamento de Ingeniería de Transporte UC. Investigador Principal, Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS)

A mediados de los 80, la reversibilidad de Av. Andrés Bello se concibió como un mecanismo para aumentar la capacidad vial hacia el centro en horas punta. En esos tiempos, las actividades laborales se concentraban fuertemente en el centro histórico de Santiago y la población con mayor acceso al automóvil vivía principalmente en la zona oriente. Sin embargo, pasaron casi 40 años en que muchas cosas cambiaron, volviendo injustificable la reversibilidad, sin que ésta se eliminara.

Hoy, una parte importante del centro de actividades se ha trasladado a la zona oriente, favoreciendo a sus habitantes, pero alejando oportunidades a quienes no residen ahí. En consecuencia, la demanda por viajar en sentido opuesto a lo establecido por la reversibilidad ha aumentado fuertemente, forzando al transporte público a lidiar con una gran congestión (causada por los autos). Esta situación no sólo es ineficiente, sino también injusta, especialmente al tomar en cuenta que se construyó una autopista subterránea paralela a la avenida. Al mismo tiempo, la reversibilidad en Andrés Bello induce a altas velocidades, convirtiéndola en una peligrosa autopista de facto.

Los paradigmas de la movilidad urbana también han cambiado. Si en los 80 se pensaba que el automóvil era epítome de la modernidad, hoy sabemos que (por los costos sociales que impone) su uso debe minimizarse. Eliminar la reversibilidad permitirá cambiar la prioridad de este importante eje para dar más espacio al transporte público y la bicicleta que, a diferencia del automóvil, son eficientes en el uso del espacio y contaminan muchísimo menos. Esto es especialmente importante frente a la crisis climática, pero también abre la oportunidad de cambiar nuestros patrones de movilidad y uso del espacio urbano para avanzar hacia una ciudad a escala humana, más amable y vivible.

Es importante entender por qué este cambio demoró tanto, pues nuestras ciudades necesitan poder adaptarse rápido a los desafíos que enfrentan. Por ahora solo queda aplaudir la eliminación de la medida y esperar que otras decisiones estratégicas de la gestión y la planificación urbana mantengan la misma impronta, centrada en avanzar hacia ciudades más sostenibles.

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