Columna de Robert Funk: Chile afuera
Por Robert Funk, Instituto de Asuntos Públicos Universidad de Chile
Una explicación, casi demasiado obvia, sobre el rechazo de Gabriel Boric a viajar con Sebastián Piñera es que no quiso que lo asociaran con un Presidente con pésimos niveles de aprobación, o que su inauguración en el escenario internacional fuera jugando el rol de ‘aprendiz’. También está claro que, respecto de Prosur en particular –instancia instaurada en plena etapa ‘oasis’ de la política exterior chilena- Boric no comparte las sensibilidades de muchos de los asistentes.
Sin embargo, ambas explicaciones caen en la caricatura. Más sentido tiene la explicación más prosaica, entregada por el propio Presidente electo: el mes de enero estará dedicado a la composición y organización del gobierno. Si bien se espera tener el tema del gabinete resuelto antes de fines de mes, un cálculo de costo-beneficio arroja que viajar a Colombia no valía la pena. En tiempos de reuniones virtuales, donde hasta Biden y Putin realizan sus cumbres a través de Zoom, los contactos ya establecidos entre Boric y sus pares extranjeros, incluyendo los de la Alianza del Pacífico, sirven como primera instancia de contacto. Más adelante habrá tiempo para fotos de portada.
El hecho de que la opción de no viajar haya sido más práctica que ideológica nos dice algo de la futura política exterior. En su programa y en su discursos, Boric ha sido claro que su política exterior estaría infundida por principios transversales como el feminismo, multilateralismo y cuidado por el medio ambiente. Pero estos principios deben enmarcarse de una pregunta previa y más fundamental: Si la política exterior, como enseña Morgenthau, se define en base a los intereses nacionales, ¿cuáles son los intereses concretos que los principios transversales afectan o cambian? Si los objetivos tradicionales de la política exterior chilena se definieron en el marco de la transición a la democracia, en esta nueva transición chilena -y en un sistema internacional en transición- ¿no habrá que repensar de qué se trata nuestra política exterior? Y en base a eso, definir a cuáles cumbres debe asistir el Presidente.