Por Roberto Ampuero, ex ministro de Relaciones Exteriores de Chile
Patricio Fernández, ex director de The Clinic, tuvo que renunciar como asesor de la comisión para los 50 años del 11 de septiembre pues su tono no calza 100% con el del Partido Comunista. En una entrevista dejó abierta la puerta para debatir sobre las causas del 11. Grave error: para “la historia oficial” del PC, Allende es intocable, la UP un gran gobierno, e indagar en la prehistoria del 11 -caos económico, racionamiento alimentario y riesgo de guerra civil- es negacionismo y justificar la violación de DD.HH.
¿A qué se debe esa defensa numantina del PC y su ansia por controlar la memoria del país? A que Allende, socialista y masón, es su último icono tras la muerte de la Unión Soviética y sus satélites, la conversión de China y Vietnam a economías de mercado y la penuria de tener de aliados a Díaz-Canel, Maduro y Ortega. Pero también a que el PC ve con dispiacere que el Presidente Boric, quien tal vez desembarque un día en la socialdemocracia, termine dueño de la imagen y el legado de Allende.
Por eso el sector condena el análisis de cuanto antecedió al día en que los militares sepultaron una democracia que expiró antes, entre las disputas de políticos que no lograron brindar una salida política a la grave crisis. Abrir esa puerta es reconocer que el Golpe tuvo apoyo social, como dice hoy Carlos Ominami, ex ministro y figura del Grupo de Puebla. Defendiendo a su postrero icono, el PC etiqueta y cancela a quienes examinen ese pasado, pues aspira a convertirlo en un Big-Bang sin pre-historia.
Para ese partido existe un solo ¡Nunca más! El nunca más a la violación de derechos humanos (que debe extenderse a los regímenes celebrados por el PC). Pero hay otro nunca más también crucial, aquel contra el intento de minorías radicales por imponer mediante resquicios legales, presión callejera o la vía armada la refundación de un país. Lo que vivimos bajo la UP (y olimos en la inauguración de la Convención Constitucional) abrió la caja de Pandora y causó el desplome de nuestra institucionalidad. ¿Rechazar el otro nunca más es justificar la represión, el exilio y la muerte que sufrieron compatriotas después del 11? No. Nada justifica ni la violación de DD.HH. ni intentar refundar el país en contra de la voluntad nacional. La unión entre ambos nunca más desbroza un esperanzador sendero para el diálogo y la no repetición de la tragedia.
Paradójico que un partido que profesa el materialismo histórico, rechace el análisis histórico de esa crisis. También paradójico que el ex director de The Clinic, medio que bajo su dirección vapuleó e hizo mofa de acusados de negacionistas, sea hoy víctima de sus aliados de ayer. Tenía razón Danton: las revoluciones terminan devorando a sus hijos.