Columna de Rodrigo Guendelman: ¡Basta de papelones!

Pabellón Chile Expo Milan
Pabellón de Chile para la Expo Milán 2015. (C) Roland Halbe; Veroeffentlichung nur gegen Honorar, Urhebervermerk und Beleg.


Por Rodrigo Guendelman, conductor de Santiago Adicto de Radio Duna

Antes que todo, esta es una columna dirigida al Estado, no al gobierno de turno. Ahora sí. Vamos al tema. Tuvo que ser nuevamente un particular quien, a través de una carta al director de El Mercurio, nos puso en aviso: faltan apenas 22 meses para la Exposición Universal de Osaka y Chile no figura en la lista de 156 países que han confirmado su participación. Ese particular es Yves Besancon, destacado arquitecto y ex presidente de la AOA (Asociación de Oficinas de Arquitectos), quien hizo ese mismo llamado en marzo de 2019, poco menos de veinte meses antes de la inauguración oficial de la Expo Dubai.

A través de una carta al director, Besancon puso el dedo en la llaga: logró que el gobierno anterior armara un rápido concurso para el pabellón que representaría a Chile (con ayuda de la AOA), que los ganadores fueran tres de los mejores arquitectos de Chile (Smiljan Radic, Cecilia Puga y Paula Velasco) y que el pabellón fuera desarrollado y enviado a Dubai. Lamentablemente, y tal como expusimos en la columna “La ferretería que nos representará en Dubai” (17/9/2021), al final se optó por abaratar costos, no construir el proyecto ganador y aceptar el préstamo de un galpón de parte de la organización de la Expo Dubai. Un papelón. ¿Aprendimos algo? Parece que nada.

Volvemos a estar atrasados, a depender de una persona que vuelve a escribir una carta al diario y que llama al Estado a la acción, a que esta carta produzca algunas reacciones en otros medios de prensa, a que Cancillería conteste que aún no ha descartado la participación en el evento. Es decir, un limbo, una zona gris donde no se toman decisiones y se arriesga perder otra oportunidad para mostrar nuestra marca país a través de la arquitectura del pabellón y de su contenido.

“No veo interés, no ha habido un llamado a nuestra asociación (la AOA) para que organicemos un concurso y no he escuchado llamado de autoridades en ningún medio de que tengan pensado que tengan que ir a Osaka. Espero que exista una carta en respuesta del canciller o del presidente de ProChile, donde diga que estoy equivocado y que sí vamos”, le decía esta semana Besancon a Emol.

Vuelvo al tema de la marca país. Chile tiene una historia de grandes aciertos en las exposiciones universales. Desde el edificio que actualmente es el Museo de Historia Natural, levantado para el evento de 1875 en que fuimos locales; el edificio mecano (una obra prefabricada de hierro, zinc y vidrio) que fue hecha en Francia para la exposición universal de París de 1889 y que retornó a Chile por barco para ser hoy el Museo Artequin; hasta el edificio levantado en Sevilla para la Expo de 1929 por el arquitecto Juan Martínez Gutiérrez, que se mantiene hasta hoy como un espacio universitario para el arte; y más recientemente, el pabellón de madera de los arquitectos José Cruz Ovalle y Germán del Sol para la Expo Sevilla de 1992, que más allá de toda la publicidad que recibió el iceberg que se exponía en el interior, “se transformó en una obra trascendental de la arquitectura chilena contemporánea”, explican en el libro Concursos de arquitectura en Chile, su aporte al desarrollo cultural y a la calidad de vida (Consejo Nacional de la Cultura y las artes, 2015). Se puede leer en ese mismo texto que “el gobierno decidió concurrir con un pabellón propio, descartando participar en el edificio que reuniría en conjunto a la mayoría de las naciones de América Latina”.

Visión, coraje y apuesta, todo eso en el Chile de 1990, una nación con un PIB inmensamente menor al de hoy. Pero no nos quedemos ahí. En la Expo Shanghai de 2010, el arquitecto Juan Sabbagh presentó un pabellón de vidrio ondulado que visitaron tres millones de personas y nos premiaron como el pabellón más humano de la mayor cita mundial de 2010. Se lograron ventas por más de dos millones de dólares a través de los diversos productos que se promocionaron durante los seis meses que estuvo abierto, se realizaron ruedas de negocios, seminarios sobre rubros de producción como el alimentario, vitivinícola, transporte público, arquitectura, turismo. Y, además, un grupo de cantautores chilenos ofreció presentaciones en el pabellón.

En las últimas semanas, se exhibió la cápsula Fénix I, réplica de la que se usó en el rescate de los 33 mineros en la mina de San José. ¡Eso es vender Chile al mundo!. Y hay más. En la Expo Milán de 2015, el pabellón del arquitecto Cristián Undurraga fue reconocido con la medalla de plata en la categoría Arquitectura y Paisaje que entrega el Bureau Internacional Exhibition (BIE) y con una Mención Honrosa otorgada por el Consejo Nacional de Arquitectura de Italia.

El pabellón, que fue visitado por más de 1.200.000 personas, acogió la exposición “El Amor de Chile” que mostraba la gastronomía y productos de los distintos territorios que conforman el país con el objetivo de posicionarlo como una potencia alimentaria. Y, como guinda de la torta, ese pabellón está hoy de vuelta en Chile y es el “Pabellón Araucanía” de Temuco. Lo hemos hecho bien en el pasado reciente y en el pasado lejano. Somos una potencia mundial de la arquitectura desde hace tres décadas. Tenemos contenido extraordinario para mostrar. Y la inversión se súper rentabiliza con una imagen positiva que impacta en los negocios y el turismo. Es tarde, pero no tanto como para perder otra oportunidad. Basta de papelones. ¡Vamos a Osaka, miéchica!