Por Rodrigo Guendelman, conductor de Santiago Adicto de Radio Duna

“Tenemos cosas buenas que contar en Chile”, dijo el Presidente Gabriel Boric esta semana, en la inauguración de los 14 nuevos pozos subterráneos de Cerro Negro-Lo Mena, que permitirán mejorar la calidad de vida de casi medio millón de personas de la zona sur de Santiago respecto de su acceso al agua potable, pues aseguran el abastecimiento en tiempos de mega sequía a las comunas de San Bernardo, La Pintana, Puente Alto y El Bosque. Los pozos, de 300 metros de profundidad cada uno (lo mismo que mide la torre del Costanera Center), aportan 1500 litros de agua por segundo, lo que significa hasta el 8% de la producción de Aguas Andinas en un día peak. Y no es todo. La inauguración incluye un estanque de 20 mil metros cúbicos que aumenta la autonomía de la Región Metropolitana frente a casos de turbiedad del río Maipo de 34 a 37 horas (en 2013 teníamos apenas cuatro horas de autonomía, pero una serie de obras privadas han multiplicado casi por 10 esta capacidad). “Soy un optimista furibundo, tengo un optimismo provinciano que me invade y, cuando escucho los desafíos que nos planteamos trabajando juntos empresa privada y el Estado, y cuando veo que avanzamos, cuando veo que estamos hablando de una inversión de cerca 170 millones de dólares en un tiempo récord, con la creación de empleo en tiempo de pandemia cuando más se necesitaba, pensando en los vecinos y vecinas de la zona sur de Santiago, tenemos cosas buenas que contar en Chile”, agregó el Presidente en el mismo evento.

Tiene toda la razón el hombre que encabeza nuestros destinos como país. Hay cosas buenas que contar en Chile y, muchas veces, sólo nos concentramos en lo negativo. Extraño a ese inspirador medio de comunicación que se llamaba El Definido. “Diario digital de Chile con actualidad propositiva y constructiva ¡Únete a la comunidad donde las buenas noticias son mejores noticias!”, era el llamado que hacía. Lamentablemente, las buenas noticias no encuentran financiamiento fácilmente y hoy sólo queda el recuerdo de sus últimas notas subidas en 2019 a internet.

Reviso algunas de las entrevistas que me ha tocado hacer esta semana en la radio y reafirmo mi tesis (de la columna y de la vida): siempre hay un vaso medio lleno, siempre hay ejemplos de situaciones destacables, siempre hay personajes notables, siempre hay héroes y heroínas que destacar, siempre hay más luz que oscuridad. El martes, por ejemplo, conversé con Rosario Palacios, socióloga, periodista y urbanista que lidera la iniciativa “Chile Territorio Futuro”, un proyecto de Enel Foundation y la Universidad del Desarrollo que busca pensar el futuro de nuestro país a través de la convocatoria a 100 expertos (50 mujeres y 50 hombres) para “identificar motores de cambios y analizar distintos escenarios futuros de acuerdo con nuestras oportunidades y recursos”.

En la segunda parte de ese mismo programa conversé con Romina Vogel, de la Embajada Suiza, acerca del gran trabajo cultural que esa embajada está haciendo en la estación Ñuñoa del metro. Allí crearon un espacio para exposiciones transitorias de alta calidad, “SuizSpacio”, a lo que suman tres obras que quedarán de manera permanente en esa estación, una de las cuales se titula “Paisajes Poéticos de Chile”: doce afiches gigantes con poemas chilenos de grandes como Raúl Zurita o Cecilia Vicuña, representados gráficamente por diseñadores suizos.

El día anterior, mientras caminaba por el centro de Santiago y mi cabeza empezaba a ser invadida por la profecía autocumplida de que el centro está peor que nunca, se me apareció la Sala Gasco, en plena calle Santo Domingo, con una preciosa exposición de arte geométrico del francés Alain Tergny, y de inmediato pensé, ¿en qué otra parte de Santiago me puedo topar con un edificio del año 1900, elegantísimo, remodelado con toneladas de talento por dos premios nacionales de arquitectura (Luis Izquierdo y Antonia Lehmann) y con una sala de arte gratuita, de notable curaduría, cuya vitrina da a la calle a lo largo de toda su extensión? Así es, pues. El centro estará complicado, pero regala lugares y momentos que no pueden ocurrir en otra parte de nuestra capital.

Hay cosas buenas que contar en Chile. Muchas. Pero hay que verlas, primero. Es necesario darles un espacio. Hay que creerse el cuento. Y eso implica cambiar el filtro de nuestra mirada. Hay vida más allá de los portonazos.