Por Rodrigo Guendelman, Conductor de Santiago Adicto de Radio Duna
Desde hace poco más de un mes, seis objetos diseñados por artistas, arquitectos y artesanos chilenos se exhiben en la Sala Philip Johnson del Museo de Arte Moderno de Nueva York, el famoso y prestigioso MoMA. Son parte de la muestra “Crafting Modernity: Design in Latin America, 1940-1980″, la primera en examinar el diseño moderno de la región a gran escala y en uno de los museos más importantes de Estados Unidos. La exposición se centra en seis países (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Venezuela) “que compartieron procesos similares de modernización y encabezaron el desarrollo del diseño doméstico moderno en América Latina”, explican desde el Departamento de Arquitectura y Diseño del MoMA.
A través de más de 100 objetos, que incluyen muebles, diseño gráfico, textiles, cerámica y fotografía, procedentes de la colección del MoMA y de colecciones públicas y privadas de Estados Unidos, América Latina y Europa, la exposición muestra cómo el campo del diseño en América Latina ofrece una valiosa plataforma para examinar y comprender transformaciones políticas, sociales y culturales más amplias en la región.
Para realizar la selección de qué objetos o piezas podían representar a Chile, le pidieron a Rodrigo Vera Manríquez, Doctor en Historia de la Universidad de Chile, académico del Departamento de Diseño y director del Instituto de Historia y Patrimonio de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU), que fuera el responsable de esa elección. Claro que había una condición impostergable: al menos la mitad de las obras seleccionadas debían ser parte de la colección permanente del MoMA. Y tal como me explicaba Rodrigo hace unos días en el programa “Santiago Adicto” en radio Duna, son pocas las piezas de artistas chilenos que forman parte de esa colección, a diferencia de lo que sucede con exponentes de Brasil o Argentina.
Eso permite entender que nuestra representación sea pequeña en número, aunque notable en cuanto a su calidad y vigencia. Veamos cuáles son esas piezas que serán “embajadoras” de Chile hasta el 22 de septiembre, fecha de cierre de la muestra. Partamos por las que son parte de la colección del MoMA. La Silla A, más conocida como Silla Valdés es, probablemente, el objeto de diseño chileno más conocido en el mundo. Obra del arquitecto y Premio Nacional de Arquitectura, Cristián Valdés, tiene su origen en 1977 y es el primer modelo de varios que ha diseñado Valdés en su fábrica.
“La silla se compone de una estructura metálica de acero trefilado en frío, una funda de cuero natural de vacuno con curtido vegetal y costillas de maderas de haya y ulmo laminadas, con insertos de roble vaporizado en los puntos de unión y terminaciones”, detallan en el sitio web de la empresa y agregan que está inspirada en las raquetas de tenis Dunlop de los años setenta.
Seguimos con otra silla, también de un muy destacado arquitecto: la silla Puzzle de Juan Ignacio Baixas, creada en 1975. “La silla fue pensada en los 70 como una alternativa accesible a la gente joven. El diseñador busca la economía en la ausencia de uniones encoladas, la posibilidad de desarme, traslado y fácil apilamiento. Convierte un asiento de resortes, huinchas y tapices, una lona tensa, donde las zonas blandas y redondeadas se transforman en una simple figura poligonal”, explican en el sitio 1d1.cl, donde también se encuentra la silla y la mesa “Cubos” del mismo arquitecto. Es tan hermoso el diseño de la silla Puzzle que, al verla desarmada, cada parte parece una delicada escultura en madera.
Avancemos a la tercera pieza que es parte de la muestra permanente del MoMa. Se trata de un afiche realizado por Alejandro “Mono” González con la Brigada Ramona Parra para una muestra que se llevó a cabo en 1971 en el Museo de Arte Contemporáneo de Santiago, cuando el artista Guillermo Núñez era el director de la institución. Curiosamente, en pleno gobierno de la Unidad Popular, la exhibición de afiches de propaganda realizados por una brigada muralista le terminaron costando el cargo a Núñez. “Es un cruce de arte, muralismo y diseño gráfico”, explica Rodrigo Vera Manríquez y agrega que “el segmento superior del afiche es la iconografía que Mono González utilizó para un mural en el cierre perimetral de la construcción de la UNCTAD III”.
Vamos ahora a las piezas que son parte de la muestra “Crafting Modernity: Design in Latin America, 1940-1980″ del MoMA pero que no son parte de su colección permanente. Hay un candelabro realizado por artesanas de Quinchamalí, pieza que viajó desde el Museo de Nuevo México y que es de 1965. “Una pieza poco usual de Quinchamalí”, detalla el curador de la parte chilena. Está también el sillón Malitte de Roberto Matta, que en realidad es un “sistema de asientos”. Es de 1966 y es otra demostración de la infinita capacidad creativa del artista chileno más importante a nivel mundial.
Y, finalmente, la sexta pieza es una reproducción de una silla diseñada a principios de la década setenta para la JUNJI (Junta Nacional de Jardines Infantiles) por el Área de Diseño Industrial del Comité de Investigaciones Tecnológicas de Chile, que es parte de la colección del Museo de la Memoria y que fue exhibida en el Centro Cultural La Moneda en la muestra “Cómo diseñar una revolución: la vía chilena al diseño”, que se inauguró en septiembre de 2023.
Es claro que serán pocos los que tengan la posibilidad de ir al MoMA durante los próximos cinco meses, pero eso no es impedimento para entender la importancia de esta exposición, un hito para el diseño moderno latinoamericano y una oportunidad para que Chile sea parte de la órbita mundial. ¡Como para sentirnos muy orgullosos!