Por Rodrigo Guendelman, Conductor de Santiago Adicto de Radio Duna
En la inauguración del Festival Hecho en Casa realizada el martes en la Plaza Neptuno del cerro Santa Lucía, el gobernador Claudio Orrego decía en su discurso que había tenido una discusión con un conocido rostro de televisión, quien manifestaba que Santiago era una ciudad fea, a lo cual él le argumentó con varios ejemplos acerca de la diversidad de bellezas geográficas de nuestra capital y le contó todo lo que se estaba realizando desde su cargo para embellecer Santiago.
Qué mejor ejemplo que el festival de intervenciones urbanas Hecho en Casa, que este año lo financia el Gobierno Regional, y que lleva a miles de santiaguinos a pasear por la ciudad para observar y fotografiar estas geniales manifestaciones de arte público. Un evento que produce alegría y amor por nuestra metrópolis. Y qué mejor que lanzarlo en esa plaza del cerro isla más famoso de Santiago, otro de los innumerables lugares fantásticos de la capital, que hacen pensar que quien dice que Santiago es feo es porque no lo conoce. O, peor, que busca argumentos para encontrarlo feo. Así, quién no.
Por eso en Santiago Adicto repetimos esta frase hasta el cansancio: “No es que la gente quiera a las ciudades porque son bellas, las ciudades son bellas cuando la gente las quiere”. Pasan cosas buenas en Santiago. Muchas. Como por ejemplo, el agua que tomamos de la llave. Santiago se encuentra dentro del 28% de la población mundial que vive en zonas libres de contaminación de aguas servidas, según datos del BID. Éste es un tema que me apasiona, porque tenemos un río que es un tremendo hito capitalino, y que también se puede mirar de dos maneras: lo puedes encontrar “feo” porque es oscuro y torrencial, y además puedes seguir repitiendo como loro que es un río sucio; o puedes querer al Mapocho como un río que arrastra sedimentos (lo que le da ese color café) y que está libre de aguas servidas hace más de 10 años gracias al Plan Mapocho Urbano Limpio. ¿Feo o lindo? Depende de tu mirada y de tu nivel de información. Pero, ojo, no sólo estamos en ese cuarto de población mundial que vive en zonas libres de contaminación de aguas servidas.
En un artículo reciente el diario El País se preguntó: “¿Por qué Santiago todavía tiene agua potable?”. Y la interrogante tiene relación directa con los 14 años de sequía que ha vivido nuestro país, especialmente la zona centro. Para Lorena Schmitt, presidenta de Asociación Nacional de Empresas de Servicios Sanitarios A.G (Andess), una de las razones por las que seguimos contando con agua potable es que nos hemos anticipado a los escenarios. “El 40% de las inversiones de los últimos 10 años del sector fueron destinadas específicamente para la adaptación al cambio climático, es decir, más de mil seiscientos millones de dólares. A su vez, en los próximos 20 años se destinarán otros dos mil trescientos millones de dólares”, explica en ese artículo.
Tal cual. Nos hemos adelantado. Y hemos hecho cosas en tiempo récord. Como eliminar el agua servida de los ríos de Santiago en 12 años, frente a muchas ciudades europeas que necesitaron 30 años para realizar lo mismo. Tenemos derecho a estar orgullosos de muchas cosas que pasan en Santiago. Y en esta misma línea de adelantarnos a lo que viene, especialmente en lo que se relaciona con el devastador cambio climático, otro motivo de alegría es el lanzamiento de Bio Ciudad, una batería de proyectos para impulsar la resiliencia y la seguridad hídrica sostenible. Es decir, para que no nos falte agua por falta de precipitaciones o por exceso de turbiedad de los ríos, dos consecuencias de la crisis climática que enfrentamos hace rato.
Hay varios proyectos que son notables y que sólo son posibles por esta verdadera posta de innovaciones, inversión pública y privada, tecnología y planificación. Una de las obras de ingeniería de Bio Ciudad es para aplaudirla de pie: se trata del retorno de aguas al río Maipo, que permitirá dar un doble uso al agua, mediante un ducto que transportará hasta 3.000 l/s de agua depurada desde la Biofactoría Mapocho Trebal al río Maipo para uso agrícola. O sea, si no existiera el agua depurada gracias a la implementación del Mapocho Urbano Limpio, esto sería imposible. Y este proyecto, en la práctica, lo que hace es reutilizar esa agua depurada que será usada para riego, por agua potable para los ciudadanos de Santiago. ¡Aleluya! Mucho más barato, rápido y sustentable que pensar en la desalinización para una ciudad que está a más de cien kilómetros del mar.
¿Otra joya de Bio Ciudad? Para convertir las ya notables 37 horas de autonomía que ha conseguido Santiago frente a eventos de turbiedad, gracias los mega estanques de Pirque y los Pozos de Cerro Negro, se busca conectar el embalse El Yeso con las plantas de producción de agua potable en La Florida y Las Vizcachas. Eso aumentará considerablemente la resiliencia de Santiago, elevando la seguridad hídrica de la Región Metropolitana. Basta pensar en la inmensa capacidad de ese embalse, el cual tiene el equivalente de agua a tres meses de consumo de las 49 comunas de la Región Metropolitana que atiende Aguas Andinas.
Lo que escribo en esta columna es sólo parte de una serie de proyectos que debieran hacernos sentir optimistas. A informarse en profundidad en www.biociudad.cl y a conocer, querer y cuidar lo que tenemos.