Columna de Rodrigo Guendelman: De triste borde costero a un notable Parque Costanera
Por Rodrigo Guendelman, conductor de Santiago Adicto de Radio Duna
Hace cinco años me bajé de un crucero en Puerto Montt. El viaje partía en San Antonio y terminaba en Buenos Aires. Tenía distintas escalas por el día y una de ellas era la ciudad más importante de la Región de Los Lagos. Junto a otros cientos de turistas, la mayoría extranjeros, caminé por el borde costero de Puerto Montt, pues es ahí donde te dejaban los botes motorizados que acercan a los pasajeros a tierra firme. La vergüenza fue grande. Era febrero de 2019 y el “paseo” más importante de esa urbe estaba en un estado de abandono casi total.
Me pareció frustrante que un escenario natural como ese, con una fantástica vista al Océano Pacífico, una joya en bruto, fuera en realidad pura brutalidad urbana: veredas rotas, piso en mal estado, juegos de niños sin mantención, pasto seco, suciedad, malos olores y todo lo que no debe ocurrir en el principal espacio público de una ciudad. Decidí hacer una denuncia por Twitter, etiquetando al alcalde de Puerto Montt. Hubo una cierta polémica, incluidos algunos tuiteos del alcalde, y hasta una encuesta en el diario El Llanquihue que preguntaba si la costanera de Puerto Montt era una de las más feas de Chile (la respuesta “Sí” arrasó con un 80% de los votos), pero no pasó mucho más. Hasta que en 2021 el abandonado paseo fue incluido dentro de los proyectos Legado Bicentenario, esos que impulsó el fallecido ex presidente Sebastián Piñera.
Acabo de pasar nuevamente por el lugar y la realidad no puede ser más diferente. El ahora denominado Parque Costanera de Puerto Montt es espectacular. El cambio es total. En ese kilómetro y medio de largo y en las nueve hectáreas de superficie, que van desde la Plaza de Armas hasta el embarcadero de la misma costanera (que conecta a las islas Tenglo y Maillen con el continente), lo que era degradación, subutilización social y espacial, escasa integración con los bordes urbano y costero, una imagen de inseguridad generalizada y la desvinculación de la comunidad con su costanera fundacional, es luego de más de dos años de obras exactamente lo opuesto.
El trabajo realizado por la Unidad de Proyectos de la División de Desarrollo Urbano del MINVU, liderado por Diego Labbé, es de joyería. Se nota el profundo estudio del territorio para conocer las carencias urbanas y queda clara la potente participación ciudadana, pues hoy esta costanera es un espacio altamente utilizado y cuidado por vecinos y turistas. Hay cientos de árboles (782 de 123 especies distintas) y miles de plantas nuevas (más de 52 mil de 50 especies de herbáceas y arbustivas locales). Hay excelentes juegos para niños. Hay canchas para realizar deportes. Hay un skate park de muy buen diseño.
Para promover la identidad local y cultural se realizó un concurso que incorporó seis esculturas de arte contemporáneo, dos seleccionadas a través de un concurso nacional con participación ciudadana vinculante y cuatro trabajadas por un colectivo cultural solicitado por la ciudadanía, las cuales consideraron en su diseño, promover la interacción de la obra con los visitantes en el lugar. Además, se restauraron elementos históricos que fueron parte de la construcción del relleno del borde costero y del desarrollo económico del siglo XX en la capital regional. Por ejemplo, se diseñaron plazas dentro del parque para las locomotoras y una grúa que fueron parte de este relleno con el objetivo de transformarlos en elementos icónicos de la historia de la ciudad.
En ese borde que separa el paseo del mar, que antes era un triste muro bajo, hoy existe un muy elegante trabajo de hormigón tan funcional (perfecto para sentarse) como ornamental. Las bancas para sentarse son preciosas, en un sector hay mesas y bancas para poder almorzar o trabajar al aire libre, hay baños en nuevos espacios construidos de fino diseño, y hay una terraza-mirador techado que se introduce varios metros por sobre el mar y que permite preciosas vistas, además de ser un muy buen desarrollo en madera y fierro.
A todo eso hay que sumar el cableado subterráneo y la moderna iluminación. ¡Un lujo! Se logró lo que se buscaba.
“Dar continuidad peatonal con circulaciones a escala de ciudad que consideran ciclo paseo, reconocer usos históricos, generar cruces peatonales para conectar con la trama urbana, fortalecer la vinculación con hitos paisajísticos, generar espacios cubiertos adecuados a las condiciones climáticas, promover la mixtura de usos considerando áreas de deportivas y de juegos para distintos rangos etarios, dotar de nuevas áreas verdes con identidad de borde costero, activar la cultura por medio de esculturas identitarias, dotar de mobiliario urbano, iluminación y servicios de información y seguridad”, se lee en una minuta del MINVU. Vaya que sí. Lo que antes era un deprimente paseo costero, hoy es uno de los mejores parques con vista al mar de Chile.