Por Rodrigo Guendelman, Conductor de Santiago Adicto de Radio Duna
“El diseño siempre se presenta a sí mismo al servicio del ser humano, pero su verdadera ambición es rediseñar al ser humano. Hablar sobre diseño es hablar sobre el estado de nuestra especie. Los humanos siempre han sido reconfigurados radicalmente por los diseños que producen y el mundo del diseño sigue esta expansión”. Esta reflexión de Beatriz Colomina y Mark Wigley, que aparece en su ensayo Are we human? Notes on an archaeology of design, es la que utiliza el diseñador Patricio Pozo para introducir el prólogo de 100 x 100, Diseño en Chile, un notable libro en el que 100 diseñadores, arquitectos, artistas, periodistas, escritores, científicos y académicos eligieron igual número de propuestas que representan al diseño chileno. O, en palabras de Pozo, su editor, “el llamado a presentar una investigación artística y etnográfica de lo que significa vivir junto al diseño producido o relevante en Chile”.
El cruce de disciplinas de este proyecto editorial permite leer al arquitecto Alejandro Aravena, pero no hablando del Premio Pritzker ni de las viviendas incrementales, sino que de 31 Minutos, serie de televisión de la cual dice que es “una de las creaciones más geniales que he visto en el mundo en el último tiempo”; a la periodista especializada en música, Marisol García, relevando a las gloriosas zapatillas North Star (”contenían el manifiesto de todo gesto visual pop; en su caso, achilenado: el de un orgullo de clase decidido a ostentar el calzado más popular y accesible de su tiempo y entorno); a Cristián Warnken recordando la importancia de la revista Mampato y confesando que “es la bandera de mi infancia, una bandera con colores propios, plantada en el patio pequeño de nuestras casas de chilenos de clase media, flameando en nuestro imaginario, antes de que la marea de lo “uniforme” comenzara a campear en el mundo”; al publicista Javier San Feliú destacando “la primera obra de land art con intenciones políticas”, es decir, el monumento a Pedro Aguirre Cerda en el Parque Almagro, obra que nunca fue terminada y de la que sólo quedaron siete enormes piedras de granito a las que San Feliú describe como “enormes menhires que forman un círculo, que no los dejó ahí Obelix, sino que forma parte de una escultura que diseñó Lorenzo Berg en honor a Pedro Aguirre Cerda”; y al arquitecto Rodrigo Pérez de Arce haciéndose cargo del homenaje a la Citroneta 2V, “una hamaca sobre ruedas”, y de la cual nos explica que “el giro en el diseño que hizo de la Citroneta más que un ensamblaje nacional de un producto importado incidió directamente en su carrocería -en particular su mitad trasera de producción local que sustituyó la maleta cerrada de la cabina original por una abierta- permutando así el auto de familia en auto de trabajo”.
Esos cinco ejemplos que acabamos de apuntar -¡apenas cinco de 100!- son un perfecto aperitivo de la heterogeneidad que contiene esta verdadera “lluvia de ideas” sobre el diseño en Chile y permite empezar a saborear la contundente, profunda y genial mirada sobre quienes somos a través de lo que hemos creado. En 100 x 100, Diseño en Chile, lo profesional y lo popular están en igualdad de condiciones. El tostador de pan, explicado y puesto en contexto por el destacado arquitecto y respetadísimo teórico del diseño Oscar Ríos, tiene la misma cantidad de páginas y de caracteres que la silla Puzzle, obra del arquitecto Juan Ignacio Baixas y narrada por la diseñadora Paula Wuth.
Así como los pulpos, esas tiras gruesas que sirven para amarrar cosas y transportarlas, que describe la artista Justine Graham no palidecen en protagonismo frente a la Motochi 50, esa moto creada por el ingeniero civil Eduardo Alvear en 1972 y que, según explica el diseñador Hugo Palmarola, es la primera motocicleta diseñada en Chile. Su historia merece un par de líneas más. Acrónimo de Motocicletas Chilenas, Motochi llegó a fabricar unas dos mil unidades, primero en color rojo y luego en blanco. Presentada por primera vez en la FISA de 1971, su historia está profundamente vinculada a la política. “Fue producida a partir de la iniciativa privada y representó además una lógica contraria al proyecto socialista de la Unidad Popular. Alvear estaba en desacuerdo con el nuevo protagonismo del Estado, el que había declarado su exclusividad y control en el armado, fabricación y comercialización de vehículos motorizados en el país. La crítica de este empresario a la estatización de las armadurías de vehículos lo motivó al desarrollo independiente de una nueva motocicleta”. Fascinante historia, ¿no? Como todo lo que aparece en las casi 300 páginas de esta joyita editorial. Felicitaciones a BTG Pactual y a Patricio Pozo por este aporte que permite hablar de Chile y de los chilenos a través del diseño.