Columna de Rodrigo Guendelman: Don Teo
Por Rodrigo Guendelman, conductor de Santiago Adicto de Radio Dunas
“Difícilmente podremos encontrar un arquitecto tan hábil y rápido construyendo sobre el tablero como Teo... unos cuantos pliegues, pequeños cortes estratégicos y el perfil de acero quedaba transformado en viga; dos chinches, un hilo y la raya en forma de elipse trazada sobre el papel -como lo haría un bien jardinero- describía el recorrido del parque”. La reflexión es de Smiljan Radic, arquitecto chileno que ha logrado reconocimiento global, y aparece en el libro sobre Teodoro Fernández, Arquitectura en el paisaje, que publicó hace algunos años Ediciones ARQ.
No es el único colega que ha aprendido de Teo. Todo lo contrario, son muchos quienes lo admiran, lo respetan y han ganado experiencia colaborando con él en su oficina o en las aulas universitarias. Esas ganas de poner en valor su trabajo explican en parte la muestra que acaba de inaugurarse en Galería Gallo, espacio que comenzó este año en el Campus Lo Contador de la Universidad Católica y que desde el martes exhibe “Paisaje y proyecto: Trayectoria destacada de Teodoro Fernández”.
A pesar de que Don Teo (y vaya que se merece lo de “Don”) fue galardonado con el Premio Nacional de Arquitectura en 2014 y que ha diseñado una gran cantidad de espacios públicos que la gente utiliza diariamente, ya sea por la humildad que lo caracteriza y por un consecuente bajo perfil público, son muchos los ciudadanos que no relacionan necesariamente esos parques en los que descansan o esos edificios que admiran con su autor. En eso ayuda de manera contundente esta muestra de la Galería Gallo, curada por la arquitecta Macarena Cortés y cuyo gestor es el también arquitecto, Felipe Ladrón de Guevara. Se exhiben cuatro parques y cuatro edificios salidos de la mente de Teo y del posterior desarrollo de su oficina. Para explicar visualmente la obra de este hombre nacido en el País Vasco en 1948, se utilizan delicadas maquetas de madera que se enfocan en un tramo de parques como el Bicentenario de Vitacura, la remodelación de la Quinta Normal, el Kaukari de Copiapó y el borde costero de Antofagasta. Los videos permiten también mostrar tomas aéreas de estos fantásticos espacios públicos y, al mismo tiempo, son la manera de enfocarse en la labor desarrollada por Teodoro Fernández y su equipo en edificios como el del MOP de La Serena, la ONEMI, la Scuola Italiana y el Edificio Moneda Bicentenario.
Una aguda y profunda entrevista del arquitecto Sebastián Irarrázaval a Don Teo, testimonios de usuarios de los parques, así como entrevistas a varios de sus colaboradores, son parte del material de esta muestra que pone el foco en los últimos 20 años de labor de este inmenso profesional. Eso implica dejar obras importantes afuera: la remodelación de la Estación Mapocho (1994, junto a Montserrat Palmer, Rodrigo Pérez de Arce y Ramón López); el Parque Inés de Suárez (1994); la remodelación del patio del Centro de Extensión de la Casa Central de la UC (1990, junto a Montserrat Palmer); la capilla del Campus San Joaquín de la UC (1997) y el Centro de Documentación Sergio Larraín García Moreno en el Campus Lo Contador de la UC (1997, junto a Cecilia Puga y Smiljan Radic). Es que, como explica Mario Ubilla, decano de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos de esa misma casa de estudios, “Teodoro Fernández es un arquitecto capaz de pensar el territorio, el paisaje extendido, hasta el detalle y su expresión material, en simultáneo, en las más variadas escalas, entregándonos esa obra con la belleza propia de su íntegro volumen, como también fineza en los detalles”.
Un profesional, un maestro, “que brilla en el universo de la arquitectura”, en palabras del destacado ingeniero estructural, Santiago Arias. Para cerrar esta columna homenaje, nada mejor que las palabras de otro de sus talentosos ex alumnos. Dice Mathias Klotz que “Teodoro Fernández es, tal vez, el arquitecto chileno activo con la trayectoria profesional más interesante y completa. Lo conocí en la Escuela de Arquitectura de la UC en la década de los 80, cuando fue mi profesor de taller junto a Monstserrat Palmer y Paulina Courard. En esa época, ese grupo de profesores marcaba el contrapunto dentro de una escuela de arquitectura ahogada en el desaliento de una situación política y económica compleja, sumada a la mediocridad del posmodernismo bullante. Teo, como lo llamábamos y le seguimos llamando quienes fuimos sus alumnos, era entonces un señor muy serio, fumador y de aspecto sin duda mayor a su edad. Hoy día sigue viéndose igual mientras nosotros, sus alumnos, estamos transformándonos en unos viejos. Lo que no sigue igual es la obra de Teo. Ha realizado una larga lista de proyectos, ha ganado casi todos los concursos en los que ha participado y se ha convertido en el único arquitecto que entiende, proyecta y construye con la misma calidad el espacio arquitectónico, así como el espacio paisajístico. Teo sigue siendo nuestro maestro y referente, del cual todos los demás no paramos de aprender”.