Columna de Rodrigo Guendelman: Donde golpea el monito

Donde golpea el monito
Columna de Rodrigo Guendelman: Donde golpea el monito.


Por Rodrigo Guendelman, conductor de Santiago Adicto de Radio Duna.

La semana pasada fui invitado a la inauguración de la remodelada sombrerería “Donde golpea el monito”, la tienda más antigua de Santiago y que he visitado en múltiples oportunidades porque es preciosa, única y tiene ese maniquí mecanizado que golpea incesantemente la vitrina desde adentro, un objeto tan santiaguino como la torre Entel o los vagones azules del metro de Santiago. Ya que no necesitaba razones adicionales para aceptar la invitación, fui a la calle 21 de mayo, número 707, sin pedir más información y sin demasiada expectativa.

Se trataba de visitar un clásico de Santiago por el que no pasaba hace algunos años. Por eso, la sorpresa fue grande. Inmensa. Apenas entré me di cuenta de que no se trataba de una remodelación. Era mucho más que eso. Era un regalo grande e inesperado al centro de Santiago, una apuesta de la familia Lasen (tercera y cuarta generación descendiente de los fundadores de la tienda) por convertir un lugar que ya era leyenda en un icono del corazón de la capital, una transformación que, sin perder los valores originales, llevaba una tienda de 300 metros cuadrados a convertirse en un centro cultural, un museo, una tienda y una cafetería, de un tamaño tres veces mayor. Impactante. Emocionante. Para aplaudir de pie.

Y no es sólo el concepto. Es la calidad, cariño y presupuesto con el que se hizo el trabajo. “Es un proyecto detonante, una demostración de confianza en el futuro de esta ciudad, en una ubicación que está entre la Plaza de Armas y el Mercado Central y, al mismo tiempo, es la cabecera de la calle Rosas, que es la que daba la bienvenida a la gente que llegaba a Santiago en tren, así como la calle de las confecciones”, nos explicó Bernardo Valdés, el arquitecto a cargo del proyecto.

Veamos algo de la historia de esta tienda. La sombrerería, tienda y taller fue fundada en 1915 por el empresario asturiano José González Noriega y su mujer María Sordo, con el nombre de Fábrica Unida América de Sombreros. A mediados de los años 20, cambió de nombre debido al característico “monito” que golpea el escaparate de la tienda con su bastón. Comprado en Europa en los años veinte y destinado originalmente a una tabacalera, en 1922 terminó instalado en el frontis del local. Vestido de “botones”, su función era llamar la atención de los transeúntes golpeando el vidrio con su bastón. Cuentan que el público se comenzó a aglomerar para contemplarlo, lo que dio origen a un punto de referencia icónico en la ciudad. La usanza de “juntarse donde golpea el monito” terminó por dar el nombre definitivo a la tienda.

Otro punto importante de esta tienda es la manufactura propia y artesanal, “como el sombrero de huaso 100% pelo de conejo y también 100% lana, chupallas de trigo y pita toquilla. Los sombreros de huaso de la marca Corcel han sido reconocidos en Chile y el extranjero como una de las de mejor calidad del mercado”, explica la moderna página web de Donde Golpea el Monito (DGEM). Ahí mismo se puede leer que “conscientes del valor patrimonial de DGEM y su colección, en 2021 iniciamos una serie de acciones para su conservación y puesta en valor, entre ellas la restauración del inmueble —realizado acorde con la historia y estilo original de la tienda— y la habilitación de un espacio cultural y museográfico en el segundo piso que a la fecha estaba inutilizado. Este será gestionado por la Fundación José Sordo Galguera, llamada así en memoria de uno de los primeros dueños de la tienda y que tiene como misión la promoción de las industrias creativas del oficio sombrerero, el diseño de indumentarias, accesorios y textil; además de los comercios tradicionales.

La iniciativa apuesta a ofrecer un valor agregado a los visitantes mediante un recorrido museográfico centrado en la historia de la tienda, del barrio y del oficio sombrerero. Además, “La sombrerería” funcionará como centro cultural con programación en torno al oficio sombrerero y del diseño de indumentarias y accesorios”. Tremendo. Poco esperable. Algo que, tal como sucede con el nuevo hotel Debaines en Agustinas 720, la remodelación del Palacio Aldunate en Ejército con Alameda o el futuro centro cultural Duoc UC en la Casona Lastarria (donde estaba el bar Berri), parece entre contraintuitivo y una hermosa locura en los tiempos que corren.

Ya podrán juzgar ustedes cuando vayan conociendo los más de 400 objetos patrimoniales que se catalogaron en el reordenamiento que implicó el trabajo de rehabilitación de DGEM, entre los cuales hay cuatro conformadores y dos formillones de Allie Maillard, herramientas francesas de finales del siglo XIX muy representativas del oficio sombrerero; marotas de madera utilizadas para estirar la parte frontal y nuca del sombrero, más de cien hormas, así como también cajas de la marca Canadian, que han sido un elemento permanente en la decoración de los estantes de la tienda.

Todo esto se suma a sombreros antiguos, maniquíes, muebles y objetos decorativos, así como un segundo autómata (muy desconocido), imágenes y documentos. ¿Le preocupan los enormes espejos de estilo barroco? No hay problema. Ambos fueron restaurados y están en la tienda. Un lugar obligatorio para visitar, para llevar turistas y para gritar ¡Viva Santiago!

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