Columna de Rodrigo Guendelman: La Comisión de Nemesio
Por Rodrigo Guendelman, conductor de Santiago Adicto de Radio Duna.
Chile está lleno de arte público. Algunas son obras muy antiguas, como el “Caupolicán” del escultor Nicanor Plaza en el Cerro Santa Lucía (1873); el monumento al “Roto Chileno” del artista Virginio Arias en la Plaza Yungay (1882) o el “Monumento a los Héroes de la Batalla de la Concepción” en el bandejón central de Alameda, de la escultora Rebeca Matte (1922). Hay obras de arte público más modernas y en otros formatos, como el mural cinético del Paso Bajo Nivel Santa Lucía, de los artistas Iván Vial, Carlos Ortúzar y Eduardo Martínez Bonati (1970); o el trabajo de land art de Lorenzo Berg, obra monumental -no terminada- en homenaje a Pedro Aguirre Cerda que está en el Parque Almagro (1965).
Podemos sumar otros ejemplos, como el Museo a Cielo Abierto en San Miguel o el más reciente ubicado en Macul, lugares donde el arte urbano se despliega en los muros de los edificios; o los aportes que ha realizado el Festival Hecho en Casa con intervenciones urbanas que han quedado de regalo para Santiago, como la Troll de Madera del artista danés Thomas Dambo que está en el Parque de la Familia o la Llama Andina del portugués Bordalo II que se encuentra en el Parque Titanium.
Pero si queremos conectar el arte público con el Estado, con una política pública que lo estimule, no hay nada parecido a una institución que este 2024 cumple 30 años. Me refiero a la Comisión Nemesio Antúnez, que nació cuando Ricardo Lagos fue ministro de Obras Públicas (1994-1998). “Él acogió este artículo de una ley muy antigua, de 1969, que indica que los edificios públicos deben ornamentarse con obras de arte. A partir de esa ley crea la Comisión Nemesio Antúnez en 1994. Y lleva ese nombre porque Nemesio Antúnez le había sugerido a Lagos, a partir de su experiencia en algunos de sus viajes, que sería interesante ver obras de arte en espacios y edificios públicos del MOP”, me explicó esta semana en el programa Santiago Adicto en radio Duna, Carolina Pelegri, secretaria ejecutiva de la Comisión Nemesio Antúnez y jefa de la Unidad de Arte Público de la Dirección de Arquitectura del MOP.
En estas tres décadas, más de 200 convocatorias de arte público han permitido que el arte llegue a los aeropuertos, las carreteras, los parques, los bordes costeros y los colegios de Chile. Los artistas nacionales que han podido desplegar su talento superan los 170, entre los cuales están los más conocidos, pero también talentos más nuevos que han podido competir con su habilidad en concursos abiertos que realiza la Comisión, bajo el músculo operativo y financiero de la Dirección de Arquitectura del MOP y su Departamento de Obras y Artes. Un aspecto fundamental para el éxito de la Comisión Nemesio Antúnez ha sido el convenio firmado en 2000 entre la Dirección de Arquitectura y la Dirección General de Concesiones del MOP para la incorporación del ítem “obras artísticas” en las licitaciones de los proyectos de infraestructura impulsados por esta última, definiendo montos para la ejecución de obras y su mantención. “Este convenio fue reafirmado a comienzos de 2021 y se estableció que los proyectos concesionados aportarán un monto equivalente al 0,5% de la inversión -con un tope de UF 20.000- para la instalación de obras de arte público. La posibilidad de contar con altos presupuestos para la materialización de estas obras ha permitido la realización de obras de arte de mayor escala e impacto en el territorio”, se lee en el libro Arte Público, El MOP en la incorporación de arte en el territorio, que puede bajarse de manera gratuita en www.cna.mop.gob.cl
Entonces, cuando pases manejando por el tramo Puerto Montt – Pargua de la Ruta 5, y notes una hermosa obra vertical en piedra del escultor Vicente Gajardo llamada “Señal del Viento”, no deberías sorprenderte: es fruto de la Comisión Nemesio Antúnez. Lo mismo cuando vayas al Museo de la Memoria y bajes esa extraña escalera en el patio central, entres a una sala oscura y vivas la experiencia de la “Geometría de la conciencia”, obra fundamental de Alfredo Jaar en Chile; cuando te enfrentes al trabajo de Marcela Correa en el Paso fronterizo Colchane, titulado “Habitaré mi nombre”; cuando subas a los pisos superiores del Centro Justicia de Santiago y puedas apreciar el trabajo de Ángela Ramírez llamado “Sine que non”; o cuando quedes boquiabierto en la entrada del Parque Bicentenario de Cerrillos con el trabajo escultórico y arquitectónico de “Su vertical nos retiene”, obra de Fernando Prats junto a las oficinas de arquitectura Elton Léniz y Cruz Mandiola, además de la oficina de diseño Ámbito Cero.
Para decidir esas obras públicas ganadoras hay un jurado integrado por especialistas, que representan a instituciones públicas y asociaciones artísticas. Son siete integrantes y, en 2006 se sumaron otros cuatro miembros en calidad de asesores, quienes tienen vinculación con gremios artísticos y con el mundo académico.
Vamos con una última guinda para coronar esta tremenda torta. Desde 1999, los galardonados con el Premio Nacional de Artes Plásticas son homenajeados por la Comisión Nemesio Antúnez con el premio Camilo Mori, reconocimiento que asegura que la ciudadanía pueda acceder a los principales artistas del país. Este premio consiste en la adjudicación directa de una obra del Premio Nacional diseñada para el espacio público. Para su concreción, la Comisión gestiona que el proyecto cuente con recursos acordes a la trayectoria y relevancia del artista, así como un emplazamiento adecuado con las características de su trabajo. Ejemplos hay varios: Eugenio Dittborn en el Terminal Nacional del Aeropuerto Comodoro Arturo Merino Benítez, Federico Assler en el Puente Llacolén de Concepción y Sergio Castillo en el Edificio del MOP Copiapó. Una clara demostración de que cuando las políticas de Estado son buenas y se mantienen en el tiempo, generan un resultado que mejora la vida de todos, artistas y ciudadanos.