Por Rodrigo Guendelman, conductor de Santiago Adicto de Radio Duna

Si alguna vez has caminado o pedaleado por el bandejón central de Avenida Matta, tienes que haber notado las cuatro fuentes de agua que hay repartidas a lo largo de ese espacio público. Es imposible no verlas porque son hermosas, verdaderas obras de arte. Fueron diseñadas y realizadas por uno de los grandes artistas de la historia de Chile, el inmenso Samuel Román, junto a su hijo Héctor. En una entrevista en los momentos finales de su larga vida, Samuel Román definió este trabajo en palabras emotivas pero sencillas: “Son juegos. El agua se juega ¡Hay que saber jugarla! Fíjate que la gente cuida sus fuentes gota a gota, ¿sabes qué es? Es cultura”. Pero la anécdota no termina ahí. La razón por la que los Román hicieron estas obras escultóricas fue para engalanar la capital con motivo del Mundial del 62. Fue un encargo específico. “La ciudad de Santiago precisaba de un ornato de las calles y rincones más característicos, con motivo del Mundial de Fútbol de 1962″, explica el sitio santiagocultura.cl

Me parece un antecedente de extraordinaria importancia cuando estamos a poco más de un año de los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos 2023, que en octubre y noviembre del próximo año traerán a nueve mil atletas de 41 países, a los que hay que sumar -en muchos casos- a sus familias, así como a los turistas que viajarán a Chile a ver este magno evento deportivo. Es decir, decenas de miles de personas vendrán a Santiago el próximo año. Un antecedente: a Lima 2019 fueron 50 mil turistas y hubo más de 700 mil espectadores en sus distintas sedes. No hay duda, será el evento deportivo más importante de nuestra historia después del Mundial de 1962. Una oportunidad inmensa de mostrar nuestra capacidad de organización, la calidad de los nuevos recintos deportivos que están en construcción o arreglo (son 55 deportes y 75 disciplinas en 41 recintos, distribuidos entre 14 comunas de la RM y el resto en las regiones de Valparaíso, O´Higgins y Biobío) y, por supuesto, los atributos de Santiago.

Necesitamos que la ciudad esté más linda que nunca. ¿Suena contraintuitivo? ¿De qué está hablando este gallo si basta ver cómo está el centro?, se preguntarán algunos. Nadie dijo que sea algo fácil. Pero hay mucho que se puede hacer. De partida, octubre y noviembre son los meses en que Santiago está casi completamente despejado de smog, con sus ceibos y jacarandás floridos y la cordillera regala atardeceres inolvidables. Tenemos que invitar a estos miles de turistas a quedar boquiabiertos contemplando Santiago desde las cumbres y miradores del Parque Metropolitano, a subir a la precordillera de Peñalolén a conocer e impresionarse con la belleza del templo Bahai o a peregrinar al cerro Los Piques a admirar esa obra maestra que es el Monasterio de los Benedictinos, podemos pedirles a universidades como la Adolfo Ibáñez y de los Andes que abran excepcionalmente sus puertas para ver, además de arquitectura de calidad, fantásticas vistas desde la cota mil.

Cada comuna de la Región Metropolitana que reciba deportistas en sus competencias (Cerrillos, Huechuraba, La Florida, La Pintana, La Reina, Las Condes, Lo Espejo, Peñalolén, Providencia, Pudahuel, Ñuñoa, Recoleta, San Bernardo, y Vitacura) debería, a lo menos, generar un hito visible de arte urbano: un museo a cielo abierto, un parque o plaza pintada especialmente, un hito escultórico, una intervención de gran tamaño. Por supuesto, las comunas que no tengan la capacidad financiera podrán postular a fondos de, por ejemplo, el Gobierno Regional. Sigamos.

El Festival Hecho en Casa Entel, de intervenciones urbanas, que habitualmente se hace en esa fecha, podría realizar un evento aún más grande y potente con más artistas nacionales e internacionales. Al mismo tiempo, los municipios céntricos cuyos muros están más rayados y deteriorados podrían llamar a un gran evento de arte urbano: decenas o cientos de muralistas (liderados por el gran Mono González) transformarían la fealdad en belleza. El deporte y la cultura, juntos, pueden generar un momento de unión entre Santiago, sus habitantes y sus invitados. Tenemos tantos museos y centros culturales extraordinarios, cafés y restoranes de todos los gustos, barrios con toneladas de identidad, mercados tan atractivos como La Vega o el Persa Biobío, un cerro isla en medio de la ciudad (el Santa Lucía), una geografía impresionante, el mejor clima del mundo en esos meses y un país y una ciudad que necesitan cariño. Más que nunca. Los juegos del 2023 son una extraordinaria oportunidad para eso.