Por Rodrigo Guendelman, conductor de Santiago Adicto de Radio Duna
Encontrar una obra de arquitectura nueva en el Cementerio General es algo poco habitual. Más sorprendente aún es que el diseño de esa obra sea de alta calidad, de belleza minimalista y con un objetivo tan loable. Me refiero al nuevo mausoleo para personas en situación de calle que diseñó la oficina de los jóvenes y talentosos arquitectos Diego Grass y Thomas Batzenschlager. Gracias a esa obra en altura (está sobre un muro de nichos), donde hay lugar para más 300 fallecidos, las personas en situación de calle que estaban diseminadas en distintas partes del cementerio más las que mueran en el futuro tendrán un lugar extraordinariamente digno donde descansar.
¿Quién está detrás de esta idea? La Fundación Gente de la Calle, que desde 1994 investigan, trabajan y apoyan a esas personas que antes llamábamos, de manera equivocada, indigentes, mendigos o vagabundos. No, son personas en situación de calle nos enseña la Fundación, pues la definición reconoce que “quien se encuentra en dicho estado es una persona y, en consecuencia, un sujeto de derechos, intrínsecamente digno; y, por otra parte, que éste se encuentra enfrentado una circunstancia temporal que se manifiesta en el hecho de habitar o pernoctar en la calle”.
Se aprende mucho conversando con su director ejecutivo, Francisco Javier Román. Tal como comentó esta semana en el programa “Santiago Adicto” en radio Duna, si bien se calcula oficialmente una cantidad de 18.500 personas en situación de calle en todo el país, él está convencido de que esa cifra es probablemente el doble. Otra cosa que de inmediato desmitifica Román es esa creencia, esa especie de mito que dice que muchas de las personas que viven en la calle quieren seguir en la calle. Un 78% de los encuestados por la fundación manifiesta esperanzas de abandonar la calle.
Explica el líder de esta fundación que, muchas veces, las personas en situación de calle al ser consultadas respecto de ir a otra parte se encuentran bajo el consumo de alcohol o drogas, o tienen sus facultades alteradas. “No podemos quedarnos con esa primera respuesta porque a veces es un mecanismo de autodefensa: ya que me toca estar en calle, asumo que tengo que estar en calle. Pero cuando se ofrecen alternativas reales, dignas, de largo plazo, que consideren su opinión, la situación cambia y la mayoría quisiera no estar en calle, porque en la calle se pasa muy mal”, dice Román. Y agrega que cuando una persona en situación de calle es consultada respecto de ir a un albergue y contesta que no, nuevamente se asume que quiere estar en la calle. No es así, enfatiza Román, y comenta que el albergue suele ser una experiencia de violencia, en la cual a la persona le excluyen a sus mascotas y no pueden estar acompañados de sus parejas.
Son muchas situaciones las que hacen que no opten por los albergues. Hay cifras impactantes respecto de las personas que viven en situación de calle. El 84% son hombres. El 87% son adultos entre 18 y 59 años. 37% está en la calle por problemas familiares, 16% por consumo de alcohol, 14% por problemas económicos y 17% por dificultad psiquiátrica o intelectual. Casi la mitad (47%) habita en la Región Metropolitana, 44 años es el promedio de edad y 5,8 años es el promedio de permanencia en la calle. Datos, números, porcentajes que no permiten empatizar con todas las dificultades que implica llegar a esta situación, pero que ayudan a poner el tema sobre la mesa.
Para la Fundación Gente de la Calle, la erradicación de todas estas personas es la meta. Y para eso proponen orientaciones claras -se encuentran detalladas en su página web- de las cuales se pueden destacar las siguientes: dejar de invertir en medidas de emergencia y temporales, generar una nueva institucionalidad, prevenir y, por supuesto, terminar con los prejuicios y discriminación que sufren. Tal como dice el lema de la Fundación, “para que la calle no calle”.