Columna de Rodrigo Guendelman: ¿Qué pasó con el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano?
Por Rodrigo Guendelman, Conductor de Santiago Adicto de Radio Duna.
Siete años atrás, en marzo de 2014, se publicó en el Diario Oficial la nueva Política Nacional de Desarrollo Urbano (PNDU), una esperada iniciativa en un país que, tal como dice su texto, “no ha tenido una verdadera política urbana para guiar el desarrollo de sus ciudades, con el soporte necesario para generar cambios profundos”.
El encargo que se le hizo a la comisión asesora presidencial, integrada por 28 personalidades del mundo académico, político y de la sociedad civil, y presidida por la Premio Nacional de Arquitectura, Antonia Lehmann, era formular una proposición de Política Urbana que fuera capaz de guiar el desarrollo futuro de las ciudades y centros poblados de nuestro país. Pero, claro, una política no es una ley o un reglamento, sino un mandato que se estructura sobre principios, objetivos y líneas de acción que puedan congregar voluntades, “para luego concretarse en leyes, reglamentos y programas públicos orientados a lograr una mejor calidad de vida”, agrega el texto. Es decir, su verdadero músculo y su capacidad de trascender en el tiempo “dependen del valor que a dichos principios y objetivos otorguen los propios chilenos, a su capacidad de reflejar las aspiraciones de todos sobre nuestra vida en comunidad, manifestada en esos notables hechos humanos que denominamos ciudades”.
Por eso, para que la PNDU se transformara en un firme tronco desde el cual se avanzara en la construcción de ciudades más equitativas y justas, más integradas socialmente, más democráticas y participativas, en el mismo Decreto que la aprobó se instruyó la creación de un Consejo Asesor del Presidente de la República, denominado Consejo Nacional de Desarrollo Urbano (CNDU), “cuya misión es ser un órgano consultivo y asesor que de forma permanente haga propuestas de reformas y verificará el avance en la implementación y el cumplimiento de la PNDU”. Hasta ahora, el CNDU ha tenido dos presidentes, los muy reputados Luis Eduardo Bresciani L. (2014-2018) y Sergio Baeriswyl (2018-2022), así como un Consejo de 31 integrantes que vienen del mundo político (varios ministros y subsecretarios), académico (decanos de universidades) y, especialmente, de la sociedad civil. ¿Cuál es el problema? Tan sencillo como grave: desde marzo de 2022 no se ha nombrado al nuevo presidente o presidenta, así como a una serie de nuevos consejeros, por lo que el CNDU está paralizado.
Más de seis meses han pasado sin que el único organismo que vela por los intereses de la ciudad pueda funcionar. Una situación incomprensible, más aún cuando hace cuatro semanas un grupo de 22 consejeros le envió una carta al ministro de Vivienda y Urbanismo, solicitando una explicación por la demora, la cual hasta la fecha no ha originado respuesta alguna desde ese ministerio.
Si bien es el Presidente de la República el que formalmente nombra al presidente y a los consejeros del CNDU, es el MINVU a través de su ministro quien sugiere y gestiona. Repito. Una situación preocupante, pues hay una obligación institucional de nombrar estos cargos que viene de una Política Nacional de Desarrollo Urbano. Y una situación urgente, pues el MINVU tiene un enorme presupuesto para reducir el déficit habitacional, por lo cual es fundamental que ese trabajo sea observado y analizado por una entidad que está pensada, justamente, para evitar los errores del pasado reciente, cuando construíamos viviendas pero no hacíamos ciudad. ¿Qué explica que llevemos 200 días sin que el gobierno nombre a la nueva autoridad del CNDU y a los nuevos consejeros? ¿No hay gente capaz para el cargo? ¿Hay preocupación de que quien lidere el CNDU pueda eclipsar a otras figuras políticas? Hasta ahora, los actuales consejeros del CNDU han mantenido silencio en términos públicos. Un silencio demasiado republicano. Demasiado.
Parece hora de manifestar en voz un poco más alta la molestia por esta larguísima espera. Y no sólo los consejeros, sino que todas las personas a quienes nos interese la cuestión urbana. Necesitamos un CNDU vivo, fuerte, sólido, uno que vele por las ciudades de Chile. ¡Y lo necesitamos ya!