Columna de Rodrigo Guendelman: Todos juntos

Alberto Mayol, Joaquín Lavín y Felipe Harboe.


Por Rodrigo Guendelman, Conductor de Santiago Adicto de Radio Duna.

“Queríamos contarle a la gente que hemos decidido convocar a un grupo de trabajo entre los tres, que hemos decidido llamar Todos Juntos”. Así decía el video en el cual el exalcalde de Las Condes, Joaquín Lavín (UDI), el sociólogo Alberto Mayol (precandidato presidencial del Frente Amplio) y el exconvencional (ex PPD), Felipe Harboe, anunciaron que unían fuerzas para crear “un grupo de trabajo” por ideas comunes en torno a diversas temáticas que afectan al país. La idea, explicaron, es ser un punto de encuentro para buscar oportunidades, sin que este tema sea “ni de derecha ni de izquierda, ni de los viejos versus los jóvenes, sino es cómo nos juntamos todos juntos”.

Buena idea la de Lavín, Mayol y Harboe. Necesitamos espacios para mirarnos, escucharnos y respetarnos. La polarización se hace cada día más desgastante y dañina, los espacios de encuentro que antes eran seguros (plazas, parques, paseos peatonales, mercados, ferias) empiezan a mostrar fisuras, la ciudad es menos previsible y eso implica estar siempre en estado de alerta. Vemos peleas, gritos, ofensas y falta de espíritu cívico en los colegios, universidades y en la sede del poder legislativo. El que más duro le da a otro en redes sociales, más viralizado ve su posteo. No hay espacio para grises.

Pero no es algo nuevo. Hemos tenido, sin duda, períodos mucho más agresivos y peligrosos. Tiempos en que las personas desaparecían, eran torturadas y debían partir al exilio. Fue en esa época, en los años 70, cuando surgió una instancia que también buscaba el diálogo, el encuentro, la necesidad urgente de repensar Chile y, por qué no, América Latina. Taller América fue su nombre. La creación de las Bienales de Arquitectura, en 1977 –por gestión de Cristián Fernández Cox, que fue su primer presidente– respondió a esa conciencia.

“Pero un encuentro cada dos años no era suficiente; de ahí es que tres arquitectos: Enrique Browne, Cristián Fernández Cox y Sergio Larraín García-Moreno, relacionados por su alma mater, la Universidad Católica, decidieron crear una instancia permanente”, explica un artículo de la Revista Universitaria de la UC titulado “Taller América: diálogos sobre la identidad”.

Los tres arquitectos, todos ellos extraordinarios representantes de su profesión y cada uno de ellos ganador del Premio Nacional de Arquitectura en distintos años, “coincidían en que la reflexión requería del diálogo con otras disciplinas, porque la crisis profunda de América Latina era de carácter total, integral. En la literatura, varios creadores habían abierto puertas; en especial, Octavio Paz con sus ensayos. También la historia, la sociología y la antropología habían aportado lecturas nuevas de la región”.

Eso llevó a que invitaran a pensar no sólo a sus colegas arquitectos, sino también a artistas e intelectuales varios. En fechas sucesivas participaron Alberto Cruz y Godofredo Iommi, Mario Góngora, Borja Huidobro, Juan Downey, Leopoldo Castedo, Felipe Herrera, Enrique Lihn, Pedro Morandé, Cristián Huneeus, Pablo Huneeus, Ramón Méndez y Sergio Larraín García Moreno. Años más tarde se agregarían a la lista la antropóloga Sonia Montecino y el poeta Raúl Zurita.

El artículo de la Revista Universitaria relata que dos miembros del Taller América, el sociólogo Pedro Morandé y el arquitecto Cristián Fernández Cox, construyeron miradas propias que, pocos años después, serían referencia de múltiples citas en los principales países de la región. “Cultura y modernización de América Latina, del primero, obra de 1984, y el concepto de “modernidad apropiada” del segundo, cruzaron las fronteras y alentaron la reflexión en torno a una América Latina que parecía incapaz de resolver las heridas de su pasado, mientras la pobreza y el hacinamiento cundían en sus ciudades. Había que buscar una nueva modernidad, pero ahora, fundada sobre la matriz cultural –indígena, sureuropea y mestiza– del continente”, detalla el texto que puede encontrarse en el número 175 de esta revista, notable publicación que lleva más de un siglo de existencia y que hoy dirige el gran Miguel Laborde.

Volvamos al presente. Al proyecto de Lavín, Mayol y Harboe. Creo que es importante que uno de sus cometidos sea recoger las distintas instancias de encuentro y diálogo que se han producido en nuestra corta historia republicana. Como el Taller América, uno de varios ejemplos. Hay experiencia allí, hay patrimonio cívico que debe ser puesto en valor, hay una especie de quilla que le daría más estabilidad a este nuevo movimiento. “Es una invitación amplia a quienes con ideas innovadoras pretendan solucionar problemas país, a sumar voluntades y manos para estudiarlas, ver si se aplicaron en otras partes con buenos resultados. Luego será responsabilidad de los gobernantes si logran los acuerdos para implementarlas. Nosotros queremos aportar ideas”, dice Felipe Harboe. Mirar a otras partes está muy bien, pero partamos por casa. En Chile tenemos iniciativas extraordinarias. Como esa que levantaron Browne, Fernández Cox y Larraín García-Moreno hace medio siglo.

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