Por Rodrigo Guendelman, Conductor de Santiago Adicto de Radio Duna
Jorgito, ¿cuál es la cumbre más alta que se ve desde Santiago?, pregunta un profesor en un colegio de la capital. “El cerro El Plomo”, contesta el alumno. ¿Y cuánto mide?, replica el maestro. “Fácil, profe, como cinco mil metros”. Bien, pero no es la medida exacta, explica el profesor y desarrolla su respuesta: así como tanta gente en el mundo sabe que el Everest mide 8.848 metros sobre el nivel del mar, los santiaguinos debemos conocer la altura exacta de nuestra cumbre icónica, guardián del valle, Apu Wamani, el cerro El Plomo. Son 5.424 msnm. Memorícelo, Jorgito, porque esa altura es uno de los orgullos de Santiago. Pedrito. ¿cómo se llaman las otras cumbres que se ven a la izquierda del cerro El Plomo? “Son cinco, profesor. De izquierda a derecha: Leonera, Punta Parsifal, Punta Santiago, Punta Hermandad y Littoria, todas de más de 4.900 msnm y tres de ellas sobre los cinco mil metros, responde el alumno. El profesor, sorprendido por la precisión de Pedro, le consulta acerca de la fuente de sus conocimientos. “Mis padres siempre me han mostrado las cumbres de Santiago desde que soy chico. Me las señalan, me dicen sus nombres y sus alturas. Se les ve tan felices cuando hablan de la geografía de Santiago, que lograron traspasarme ese conocimiento y esa admiración. Y hay una cosa más, profe. Ese libro que está en la biblioteca del colegio, Cumbres de Chile, Valle del Mapocho, de un señor de apellido Boetsch. He aprendido mucho viendo sus increíbles fotos y leyendo sus textos”.
Vuelta a la realidad. Salvo el último dato, el del libro y su autor, todo lo anterior es ficción. O, dicho de otra manera, una ilusión o wishful thinking, concepto en inglés que no tiene traducción precisa. Qué lindo sería que hubiera profesores enseñando esa “materia” como parte de la malla obligatoria de los colegios de la Región Metropolitana y alumnos que, si contestan más o menos mal, es porque sólo fallan en los detalles. No es una realidad, es cierto. Pero puede serlo. Y para eso, el recién publicado libro de más de 350 páginas, papel de calidad, tapa dura y formato horizontal, obra del arquitecto y fotógrafo Francisco Boetsch Tagle, es un inmenso aporte.
Dividido en cinco capítulos, que muestran en detalle el Macizo El Plomo (con capítulos dedicados al cerro El Plomo, Altar y La Paloma), la Sierra de Ramón (cerro de Ramón, Punta de Damas y cerro Provincia), el cordón Manquehue (cerro Manquehue, Manquehuito, Carbón y San Cristóbal), La Cordillera vista desde Santiago (cerro Pintor, Leonera, Parva y Capitán del Quempo) y La Ruta al Plomo (cerro Bismarck, Littoria y Cepo); y con textos del urbanista Pablo Allard, la geóloga Camila Soto Leiva, el andinista Federico Scheuch, la también andinista Isidora Assler y del propio Francisco Boetsch, me atrevo a decir que esta publicación es trascendental para Santiago y que no hay algo parecido en su tipo.
La manera en que Boetsch muestra con sus fotos el inmenso patrimonio natural de la Región Metropolitana, la información que complementan los especialistas con su pluma, la ambición de esta obra por su extensión y cantidad de imágenes, esa combinación precisa entre libro y atlas, la versatilidad que permite al libro estar desde una mesa de centro del living de una casa hasta la biblioteca de un colegio o la recepción de cada municipio de Santiago, todo eso hace de su autor un notable divulgador de cumbres y montañas, así como del libro Cumbres de Chile, Valle del Mapocho (Editorial Azafrán), una obra icónica para conocer, admirar y amar Santiago.
Es imposible no repetir la cita de la arquitecta Cazú Zegers que nos recuerda Pablo Allard en su texto: “El paisaje es para Latinoamérica lo que las catedrales son para Europa”. Allard también recoge la reflexión del Premio Nacional de Arquitectura, Germán del Sol: “Para nosotros el paisaje es el país. Una relación cultural entre las personas y su entorno natural. No es pura naturaleza como creen algunos”.
Son muchos los poetas, cronistas, novelistas y, por supuesto, arquitectos, que han escrito sobre la impresionante geografía de Santiago y de Chile. Esta vez es un fotógrafo, que aprendió a ocupar la cámara en las carreras de Enduro Ecuestre a lo largo de nuestro país y que pasó la pandemia en el piso dieciocho de un edificio con vista directa al macizo El Plomo y la Sierra de Ramón, el que ha escrito con sus fotos una obra que “busca reconocer la cordillera y el territorio que habitamos como un solo elemento al que todos deberíamos poder identificar, según sus propias palabras.
El libro se puede comprar en www.franciscobt.com o a través de la cuenta de Instagram @fboetsch. Ojalá se agote cada nueva edición. ¡Bravo, Francisco!