Por Rodrigo Guendelman, conductor de Santiago Adicto de Radio Duna.

Una entrevista radial que me tocó realizar esta semana al periodista Erick Bellido, quien está trabajando en un documental sobre Ignacio Domeyko, me obligó a estudiar a este personaje histórico. Me di cuenta de que apenas sé del señor Domeyko. Hay una casa en el barrio Yungay con su nombre que se abre para el Día del Patrimonio. Existe una cordillera con su apellido. Y su origen es polaco. Hasta ahí llegaba la información que manejaba. Empiezo a leer. Y descubro a un gigante. Así lo definen en el sitio Memoria Chilena: “Uno de los científicos, docentes e intelectuales más importantes del siglo XIX en Chile”. Y así lo resumen, si acaso ese esfuerzo es posible, en el sitio de la Universidad de Chile.

“A lo largo de su vida, Domeyko propuso novedosas ideas sobre educación, solidificó la Universidad de Chile, modernizó la enseñanza media y universitaria, aportó al Liceo de Coquimbo y a las cátedras y talleres de mineralogía del Instituto Nacional. Siempre apuntó a lo práctico y utilitario. Contribuyó al desarrollo de la ingeniería de puentes, a los estudios geográficos y a la ingeniería de minas. También desarrolló la física y la química, y la paleontología y la antropología. Entregó ideas para la legislación y la propiedad minera, como así mismo para los estudios de hidrología. Finalmente, realizó propuestas para una política indígena, y sobre colonización e inmigración. Dejó un amplio testimonio de sus viajes y exploraciones científicas”.

¿Podrá uno en la vida lograr, aunque sea, una sola frase parecida a esas que quede en nuestro epitafio? Antes de llegar a Chile a sus 36 años, Domeyko ya había vivido intensamente. Nacionalista, patriota y a favor de la enseñanza pública, participó en 1923 en una revuelta contra la dominación rusa. Como las fuerzas polacas fueron derrotadas, nuestro protagonista tuvo que dejar su tierra natal. Se radicó en París. Allá estudió en La Sorbona, el Colegio de Francia, el Jardín Botánico y la Escuela de Minas, lugares en los cuales recibió una intensa educación como científico y naturalista. Asistió también a la Academia de Ciencias y al Conservatorio de Artes y Oficios, formándose bajo la dirección de ilustres sabios de la época. Uno de sus maestros lo motivó para que viajara a Chile, en particular a Coquimbo, por un período inicial de seis años, para lo cual sería contratado por el industrial minero Carlos Lambert. Así empezó la prolífica carrera de Domeyko en Chile. Llegó a los 36 años y, sin haberlo planeado, se quedaría 48 años en Chile. Hasta su muerte en 1889.

Como ya ven, son tantas las áreas en las que fue importante este hombre nacido en 1802, que cuesta enfocarse. Hagamos el esfuerzo y partamos por su rol en la educación. Domeyko tuvo una participación destacada en la fundación de la Universidad de Chile y en el plan de formación educacional y profesional que realizó esa institución. Fue miembro del Consejo Universitario y delegado universitario, cargos desde los que fomentó una reforma educacional en 1852. Fue miembro de la Facultad de Filosofía y Humanidades y de Ciencias Físicas y Matemáticas de la misma universidad y en 1867 fue elegido rector de esa casa de estudios superiores, cargo que mantuvo hasta 1883. Se trata del tercer rector en la historia de la Universidad de Chile y por tres períodos consecutivos. Antes habían estado Andrés Bello y Manuel Tocornal. Sigamos con el Domeyko científico.

“Fue el fundador de la mineralogía en Chile. Fue quien construyó los primeros laboratorios, quien publicó en Chile y Europa los primeros papers sobre la minería chilena, quien formó a las primeras generaciones de minerólogos, muchos de los cuales -gracias a sus gestiones- viajaron con posterioridad a Francia y que luego fueron los responsables del desarrollo de la minería en nuestro país. Descubridor de la mina El Teniente, recorrió Chile estudiando sus minerales e implementando mejoras en la incipiente industria dedicada a su explotación. Su trabajo como científico cimentó las bases para el desarrollo de la minería en Chile, la que hasta el día de hoy es uno de los pilares de nuestra economía. Con Domeyko, la ciencia fue responsable del desarrollo económico que logró Chile gracias a su industria minera”.

De esa manera lo describe Arturo Matte en un texto publicado en El Mercurio y que se puede leer también en el sitio web del Instituto de Ingenieros de Minas de Chile. Tanto aporte tuvo recompensas simbólicas y muy valiosas: fue el primer extranjero en la historia de nuestro país en recibir de manos del Congreso la nacionalidad por gracia. “La figura de Ignacio Domeyko es una de las que deben ser estudiadas para entender cómo hacernos cargo de tres importantes desafíos que tiene Chile: inmigración, ciencias y educación”, agrega Matte en su texto.

Está más que presente Domeyko con su tremenda herencia cultural y científica. Por eso el documental que prepara Erick Bellido, y al que le falta una parte del financiamiento para poder concluirlo, se llama Ignacio Domeyko, legado vigente. ¿Se entiende mejor ahora el título de esta columna? De hecho, es un pequeño homenaje a la biografía que Berta Lastarria escribió en 1937 y que se titula “Ignacio Domeyko y su época. Héroe e ilustre polaco, sabio eminente, hijo adoptivo de Chile”.

Termino con otra frase Arturo Matte, que vuelve a traer a Domeyko a la actualidad. Una en la cual se le necesita. “Es necesario recordar el aporte de figuras fundantes de nuestro país, porque muchas veces en ellas está la clave para abordar los nuevos desafíos que se tienen por delante”.