Por Samuel Feldberg, analista en política de Medio Oriente. Es investigador en el Moshe Dayan Center de la Universidad de Tel Aviv

Los israelíes se han acostumbrado a acordarse del Yom Kippur, no solo como el Día del Perdón, sino que también como el día en que empezó la guerra que lleva ese nombre. Pocos se acuerdan de la fecha en que empezó la Guerra de los Seis Días en 1967 o la Guerra de Suez en 1956. Pero nadie jamás se olvidará del 7 de octubre de 2023: es el 11 de septiembre de los estadounidenses y ha traumatizado la sociedad israelí.

El sábado, a las 6:30, los habitantes de la zona conocida como el “Neguev Occidental” en la frontera de la Franja de Gaza, fueron sorprendidos como suele pasar allá, por las sirenas que anunciaban el lanzamiento de cohetes contra sus comunidades.

Pero lo que los esperaba era un día que nunca pudieron imaginar. Miles de terroristas palestinos lograron cruzar la frontera, invadieron ciudades, pueblos y colonias agrícolas y masacraron a la población civil. Mataron hombres, mujeres, viejos y jóvenes, y se llevaron casi 200 rehenes.

Una adolescente ha contado que se ha enterado de la muerte de la abuela porque los terroristas la mataron, filmaron el cuerpo con su propio celular y lo publicaron en la página del Facebook de la abuela asesinada. No se ha tenido noticia de hechos como este desde el Holocausto, y las descripciones podrían reflejar lo que pasaba en pogroms en Polonia u Ucrania del siglo XIX.

El ataque terrorista ha cambiado la realidad de Medio Oriente. La percepción de que Hamas se había involucrado en la mejora de la condición de vida de los palestinos se esfumó, y las Fuerzas Armadas israelíes ahora tienen como misión destruir a la infraestructura y eliminar a los miembros de la organización.

No va a ser una tarea fácil: hay rehenes israelíes y civiles palestinos que Hamas va a utilizar, sin escrúpulos, como escudos humanos. Y no faltarán trampas que han sido preparadas con mucha anticipación para recibir a los soldados israelíes.

El mundo quizás entienda, como suele pasar, que Israel utiliza “fuerza desproporcional”. Pero nada va a impedir que los soldados hagan todo lo posible para rescatar a sus amigos y parientes y dejar un claro mensaje de que lo que pasó el último sábado, jamás volverá a pasar.