Columna de Sebastián Hurtado: Donald Trump y la disputa por el sentido común

Donald Trump
Columna de Sebastián Hurtado: Donald Trump y la disputa por el sentido común. Foto: Reuters


Por Sebastián Hurtado, académico Instituto de Historia, Universidad San Sebastián

En su discurso inaugural, Donald Trump prometió una “revolución del sentido común”. Esta “revolución” recoge muchas de las inquietudes de los votantes que le dieron la mayoría, hastiados de muchos de los valores de la cultura progresista identificados con los demócratas. La eliminación de los programas de Diversidad, Equidad e Inclusión en el gobierno federal; la prohibición de participación de hombres biológicos en competencias deportivas escolares femeninas; y el retiro de Estados Unidos del Acuerdo de París, entre otras medidas, representan efectivamente el sentido común de los votantes de Trump.

La politización de la disputa por el sentido común, sin embargo, supone riesgos mayores. Es cierto que este proceso de politización fue iniciado por el progresismo, convencido de que las grandes mayorías compartían su propio sentido común. En ese escenario, el estilo provocador de Trump -el mismo de Duterte, Bukele, Milei y otros imitadores, incluso en Chile- puede haber sido necesario para el triunfo de la sensibilidad nacionalista y conservadora en Estados Unidos. Gobernar, sin embargo, es otra cosa.

Todo indica que Trump quiere conducir la “revolución del sentido común” hasta sus últimas consecuencias, ignorando a los votantes republicanos y demócratas, quizás la mayoría, que preferirían que la disputa política por el sentido común terminara en algo parecido a un empate y que la política retornara a una normalidad de más baja intensidad.

Con su disposición actual, Trump arriesga una continuación perpetua de la batalla cultural y un empantanamiento permanente de la política. Afortunadamente, la democracia estadounidense aún puede devolver la disputa por el sentido común a los fueros de la sociedad civil y revertir el espiral de conflicto en que parece estar atrapada, incluso si Trump prefiere otra cosa. Lo necesita Estados Unidos y lo necesita el mundo que aún reconoce en sus instituciones el emblema fundacional de los sistemas republicanos del mundo moderno.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.