Columna de Sebastián Hurtado: La mayoría de Donald Trump

Donald Trump
Columna de Sebastián Hurtado: La mayoría de Donald Trump. Foto: Reuters


Por Sebastián Hurtado, Profesor e investigador, Instituto de Historia, Universidad San Sebastián.

El robusto triunfo de Donald Trump es parte de una tendencia de la última década, observable en muchos otros países del mundo. Más allá de las razones contingentes que llevaron a muchos votantes a preferir al candidato republicano, lo cierto es que los demócratas fracasaron en la proyección de su imagen. El Partido Demócrata es visto por grandes segmentos del electorado como representante de intereses de elites que poco tienen que ver con su sentido común respecto de cuestiones valóricas y culturales. En los últimos años, los demócratas no se han esforzado mayormente por enmendar esa percepción.

La razón de ser de las izquierdas de la política moderna, incluido el Partido Demócrata, es la representación de las mayorías frente a las elites. Liberales y progresistas han sido exitosos cuando han sintonizado con el lenguaje y los valores de las mayorías y han empatizado con sus preocupaciones, temores y ansiedades. En el último tiempo, en Estados Unidos y otras partes, sus reveses han coincidido con el ascenso de movimientos políticos nacionalistas y populistas que expresan agresivamente y sin vergüenza ideas que para las mayorías son de sentido común, como la necesidad de proteger las fronteras de la inmigración ilegal y de enfrentar al crimen sin tapujos.

El éxito de la sensibilidad que representa Trump se debe a que él y su partido han sabido leer a la mayoría mejor que sus adversarios. El desafío del Partido Demócrata hoy es obtener lecciones del fenómeno en lugar de oponerse ciegamente a él. Representar a las mayorías requiere, en cierta medida, dejarse guiar por ellas, por más incomprensibles o estéticamente desagradables que sean algunas de sus actitudes para la intelligentsia progresista. De otro modo, los demócratas incumplirán la promesa igualitaria de su inspiración original y, en una paradoja de la historia, se convertirán permanentemente en el partido de elite que sirve de contraparte a las fuerzas que efectivamente representan a las mayorías.

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